Al parecer, la imagen de niños jugando en las plazas está quedando en el pasado en el Reino Unido, según lo afirma una encuesta realizada a 3.000 adultos y niños, por Play England, una organización encargada de promover el juego en los niños y jóvenes, dependiente de Oficina Nacional de la Infancia.
La investigación fue realizada en Londres, Gales, Escocia e Irlanda del Norte, y dio a conocer que los pequeños están desapareciendo progresivamente de las plazas.
¿La causa?
El miedo soterrado de sus padres que les causa el tráfico, los extranjeros y las peligrosas caídas que pueden tener los niños en los juegos al aire libre. Suena paranoico, pero es justamente lo que está sucediendo y los pequeños están siendo “obligados” a jugar dentro de sus casas.
El asunto es preocupante por la epidemia de obesidad que existe en la generación actual de niños en edad escolar. Si se compara, la mitad de los adultos de hoy crecieron jugando fuera casi toda la semana. En cambio, actualmente menos de una cuarta parte de los niños se les permite esa libertad.
Y que solo un cuarto de los chicos que viaja solo a la escuela, cifra muy distante a, 86 % que lo hacía en forma independiente en 1971.
Lo sorprendente fue que los datos indican que el 53% de los padres temen que el tráfico pueda dañar a sus hijos. Mientras que el 40% tiene miedo porque su hijos sean secuestrados por un extraño.
La misma encuesta revela que un tercio de los jóvenes nunca ha subido a un árbol ni ha construido una guarida y uno de cada diez, ni siquiera puede andar en bicicleta.
De todos modos, mencionan que dos de cada cinco jóvenes dicen que quieren pasar más tiempo al aire libre.
Espacios seguros
La publicación de la encuesta en los medios de comunicación ingleses levantó polémica, porque la organización defensora de los juegos afirmó además que el desarrollo de los jóvenes se estaría “atrofiando”, ya que los chicos están dejando de experimentar caídas y desafíos propios de los juegos al aire libre y de la niñez.
A juicio de Cath Prisk, director de Play England, la sociedad debe reconocer la importancia de proporcionar a los niños el tiempo, el espacio y la libertad de jugar a su manera.
“Con una hora al día que uno niño pase afuera jugando, podría hacer una gran diferencia en su estado de salud, el número de amigos que pueden hacer y, sobre todo, en la diversión que pueden tener”, afirmó.
Por otra parte, más que los parques y plazas se hayan vuelto “peligrosas”, otra causas de la desaparición de los jóvenes y niños de las calles se debería a la falta de espacios comunitarios adecuados para los juegos, según reveló la opinión de un tercio de los adultos y una quinta parte de los niños encuestados.
Por lo que la crítica se dirige también al Estado y los proyectos inmobiliarios que optan por construir casas y departamentos, sin pensar en los espacios de esparcimiento ni dar cabida a la cohesión social ni el desarrollo sano de los jóvenes.
“Algunos padres se preocupan de quienes son sus vecinos y si les dan confianza, les dan permisos a sus hijos para jugar aire libre sin supervisión, pero otros, temen que van a ser arrebatados por un desconocido en el parque”, indicaron en Play England.
Las cifras muestran también que sólo dos tercios de los mayores encuestados admitieron vivir en lugares seguros para dejar que sus hijos jueguen con los vecinos.
Salir a jugar
Sin embargo, pese a la inseguridad que pueda presentar una plaza o un parque, el Servicio Nacional de Salud informó a la luz de esta encuesta británica, que ha bajado en el número de lesiones en los niños que juegan al aire libre. Pero, se han elevado los incidentes al interior del hogar.
Es más, desmienten que los niños prefieran pasar todo su tiempo en el dormitorio o junto a sus juegos digitales.
“Cada vez que los niños tienen la oportunidad de estar al aire libre saltan inmediatamente y casi lo ven como algo aspiracional”, señalaron. Pese a la crítica situación, el director de Play England, menciona que dos quintas partes de los adultos está convencido que los niños que juegan al aire libre mejoran el espíritu de la comunidad y ayudan a que las familias se conozcan.
“Tenemos que apoyarlos y reconocer que por su desarrollo de la salud, el bienestar a largo plazo, los niños necesitan lugares y oportunidades lúdicas para jugar fuera”, destacó Cath Prisk. Por tanto, instigó a que el regreso de los chicos a las calles, parques y comunidades depende de todos.