Frecuentemente las pacientes que acuden a Centro Miintimidad me dicen esto: "Siento que me fallé a mí misma y a mis padres".
Esta es la historia de Josefina (los nombres han sido cambiados para proteger la identidad de los pacientes), de 21 años de edad, la mayor de tres hermanos, los otros dos hombres.
Ella fue educada bajo una enseñanza muy tradicional y restrictiva por ambos padres. El mensaje era muy claro: "Debes llegar virgen al matrimonio, no dejes que nadie te toque, el sexo hay que reservarlo para el hombre que elijas como marido, ten respeto por nuestra casa y nuestras ideologías".
Josefina estudió en un colegio religioso, en donde se respetaba la religión Católica, por las mañanas había misa y el mensaje de las monjas era muy similar al de su casa. Casi no se tocaba el tema de sexualidad, pero sí se recalcaba que debían comportarse como señoritas, llegar vírgenes al matrimonio y mejor no relacionarse con hombres hasta no estar en edad de contraer matrimonio.
Josefina conoció a Manuel de 22 años de edad, hace dos años en la universidad. Empezaron a ser amigos, a verse más seguido, hasta que él le pidió pololear. Después de un año de estar juntos, los encuentros sexuales iban progresando.
Un fin de semana, los padres de ella salieron de viaje y Josefina quedó al cuidado de sus abuelos.
Esa noche sintió que algo especial sucedería y así fue; cuando sus abuelos estaban durmiendo, Manuel y ella tuvieron la posibilidad de estar solos, tranquilos en su pieza y se fue dando la oportunidad para tener mayor intimidad, hasta que ambos decidieron tener relaciones sexuales.
Estos encuentros se repitieron en forma más frecuente hasta que Josefina empezó a sentirse culpable, pecadora, desilusionada de sí misma, por no haber podido cumplir con el pedido de sus padres.
Desde entonces empezó a sentir dolor durante el momento del coito, hasta hacerse casi imposible la penetración vaginal.
Al cabo de unos meses de esta situación, decidió buscar una solución y consultar para saber qué le estaba ocurriendo.
No sabía qué tenia, cómo se llamaba ni dónde buscar ayuda. Entró a Internet y se sintió identificada con los testimonios que había en la página de Centro Miintimidad.
La primera vez que vi a Josefina se veía muy angustiada y preocupada, no le contó a nadie que me vendría a consultar y manifestó: "Le fallé a mis padres y a mí misma, no logré llegar virgen al matrimonio y ahora no puedo tener relaciones sexuales".
Josefina había generado un vaginismo, (contracción involuntaria de la musculatura vaginal, frente al intento de penetración). Después de explicarle que tenía, la posible causa y el proceso de tratamiento multidisciplinario a seguir, se fue feliz entendiendo que su problema sí tenía solución, en un período de unas 10 sesiones aproximadamente.
Esta es una clara historia de la influencia que tiene la educación restrictiva sobre la salud sexual en la vida de nuestros hijos. Es por esta razón, que es recomendable revisar de qué manera entregamos los mensajes a nuestros hijos, para que éstos tengan los valores morales adecuados, compatibles con una salud sexual sana, responsable y satisfactoria.
Saludos,
Odette Freundlich, directora de Centro Miintimidad (www.miintimidad.cl; contacto@miintimidad.cl), kinesióloga especialista en disfunciones del suelo pelviano y sexualidad.