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Hoy, tanto hombres como mujeres, utilizan piercing, expansores, varios aros a la vez o de tamaño muy grande y pesados en sus orejas. Son tendencias que responden a valores culturales, religiosos, espirituales y, además, a una moda, pero que hace que estén más expuestos a desgarros de esta zona. También lo están las niñas que al jugar muchas veces se enganchan los aros y rasgan sus lóbulos.
A todos ellos les sugiero: no usar aros demasiados pesados, porque el peso de éstos va afectando progresivamente y los lleva al desgarro; considerar que la expansión debe hacerse lentamente, ya que si no se produce la rotura. Además, deben saber que una vez que se expande más allá de cierto punto, pierde la habilidad para sanar el agujero creado en el proceso de expansión y, por último, tomar en cuenta que mientras más agujeros se hagan, estarán más propensos a desgarrarse.
La buena noticia es que si se produce un desgarro en la oreja, existe una fácil solución. Cuando los lóbulos, se han visto más expuestos a sufrir este tipo de traumas, la solución pasa por realizar una lobuloplastia, donde se repara el lóbulo auricular (parte inferior de la oreja, que es la más débil y delgada), para que ésta vuelva a los parámetros anteriores, de tamaño, forma y continuidad.
Éste es un procedimiento muy sencillo, ambulatorio, que se realiza con anestesia local, donde sólo se colocan unos pocos puntos internos y externos, los que se retiran a la semana. Se puede volver a usar aros, con la precaución de hacerlo por delante o detrás de la cicatriz, no por encima, para que no vuelva a producirse el desgarro.
La duración del procedimiento es de unos 20 a 25 minutos, no es doloroso y no requiere de cuidados especiales, ya que la zona intervenida queda cubierta con una tela del color de la piel y el paciente puede bañarse sin inconvenientes.
Saludos,
Sergio Valenzuela Urquidi, cirujano plástico y reconstructivo Clínica Mediterránea (www.doctorsergiovalenzuela.cl).
