Ya no esperaba nada, se le había acabado la fe. Anticipada a su época vivió a concho sin saber el significado del límite. Por eso en el amor no se privó de nada. Historias algunas de alegría y otras de puro tormento, pérdidas irreparables, incluso de muerte. Muy probablemente sumado a su sin igual talento, éstas la nutrían para encender las noches en las que cantaba sus penas a voz en cuello. Pero fue sólo al final, ya cuando negaba la llegada de esa felicidad escurridiza que apareció él, al que llegó a llamar "El amor de mi vida, Theo". Así de pronto desaparecieron los años de desdicha, la infancia de huérfana mísera, las múltiples enfermedades y hasta sus adicciones. Locamente se casaron pero alcanzaron a disfrutar sólo un año de dicha. La vida de excesos le pasaron la cuenta y absurdamente Edith Piaf murió cuando al fin era feliz. Solamente tenía 46 años.
La literatura y el arte están repletos de relatos dramáticos, incluso épicos, pero sin duda, es la vida real la que más sorprende con historias que parecieran sacadas de una mente delirante. Nos muestran que, cuando menos se lo piensa, cuando casi ya se bajaron los brazos, ocurre lo sorprendente, lo inesperado. Así. Sin más.
Sin embargo, el mito popular ha instalado que respecto al amor, lo correcto es mantener una actitud de búsqueda. De las tantas veces que frente al estado de soltería eterna, se le espeta en la cara a alguien una conducta poco proactiva. Frases como "el que busca, encuentra" o "si la montaña no va a ti, tú vas a la montaña" no hacen sino que mantener en vilo al alma que realmente quiere encontrar el amor. Contagiados por ese espíritu, no se escatima en esfuerzos para estar a tono. Se invierte en el cuerpo, la imagen, y noche tras otra se acude a los lugares adecuados, respondiendo al mandato social.
De éstas, he venido escuchando cientos de historias en los Talleres de Coaching para el Amor. Testimonios de las horas de empeño empleadas con la ilusión de que se hubiera dado ese acierto final, el santo grial; y sin embargo, el esfuerzo no se vio recompensado. Muy lejos de eso, sólo exacerbaba la frustración, la persona quedaba desolada y agotada de tanta energía apostada en una búsqueda estéril.
¿Y cuál será entonces la solución? ¿Existirá alguna estrategia?
Del otro lado de la vereda, surgen decenas de relatos cargados de sorpresas, con detalles fascinantes, casi de encantamiento, de personas que tal como la Piaf, cansados de su peregrinar en las lides del amor, simplemente "soltaron", abandonaron la búsqueda y decidieron seguir con sus vidas. Insólitamente y de improviso, ese alguien surgió de la nada. En un abrir y cerrar de ojos, aquello que parecía imposible, resultó siendo fácil, casi natural.
El movimiento que promueve La Ley de la Atracción plantea que los pensamientos generan vibraciones y que de la calidad de los mismos, dependerán las experiencias que se vivan. ¿Significaría que cuando ese encuentro no se da es porque no se lo desea realmente?
Son muchas las voces que se levantan en contra de estas teorías, dado que no sólo su aplicabilidad y resultados tienden a ser imprevisibles, lo peor es que colman de angustia las almas, que anhelando fuertemente algo, sufren además la culpa por eso que aparentemente fallaron en desear.
En una posición intermedia aparece la Neurociencia donde se plantea que la mente es un campo ilimitado de intervención. Afirman que aplicando una férrea disciplina, cada ser humano puede generar los cambios necesarios a nivel cerebral y con ello, gestar el tipo de vida a la que aspiran. En esta línea y, atento a las señales que surjan en su entorno, toda persona podría ir reconociendo la "sincronicidad" en su camino, esa serie de sucesos simultáneos vinculados por un sentido que aparentemente no es casual. Registrando esas llamadas "coincidencias", deteniéndose en ellas para que tal como lo plantea Deepak Chopra en su libro Sincro-Destino, preguntarse "¿cuál es el mensaje? ¿Qué significa esto?".
Y es que quizá el "verdadero secreto" resida en no limitarse a un sueño en particular dado que se incurriría en empequeñecer la mirada, en achicar el mundo. Que tal como lo dice el antiguo adagio "si sueñas con alcanzar las estrellas, al menos llegarás a la luna", jugarse las fichas del amor sólo si responden a un propósito mayor de vida, cualquiera que éste sea.
De manera radical Schopenhauer propone que "abastecerse del exterior es un mal sustituto de lo propio, se presta para decepciones y dependencia, cada cual se queda sólo consigo mismo". Más drástico Nietzche en su libro El Caminante y su Sombra: "Ser libre es estar sólo, desprenderse de todos y de todo". Sin embargo, dicha libertad no tendría por qué ser contraria al amor, sino más bien que posibilite la interdependencia del objeto amado, habite espontáneamente en el alma de quien anhela ese sueño.
En su bello libro "El Arte de Amar", Erich Fromm planeta que "el amor no es esencialmente una relación con una persona específica; es una actitud, una orientación del carácter que determina el tipo de relación de una persona con el mundo como totalidad, no con un objeto amoroso".
Si tú has sido de las personas que una y otra vez ha visto frustrada la búsqueda de amor, le sugiero que pruebe con lo siguiente:
- Suelta ese sueño. Cambia el foco y redirígelo a ti mismo.
- Abandona los modelos de otros que pudo estar siguiendo. No copies fórmulas ajenas ni sigas ningún manual. Lo que sea que haga, que sea a su estilo, a su propio ritmo.
- Explora y explota los campos en los que tú encuentras gozo o paz y no te limites a los que ya aplicas. Avanza en lo social, hobbies, educativos, la salud, el cuidado personal, etc.
Al estar iniciando el 2016 y con ello, la oportunidad de un nuevo empezar, aventúrate a soslayar tu destino, a apostar por un sueño mayor. Atreverse a pensar en grande, abrirse al azar, la fortuna y lo inexplicable, de lo que sucede de pronto, sin razón. Reconocerse como parte de un mundo que vibra en el amor es abrirse a la confianza de la existencia de ese "otro" que pudiendo permanecer oculto, es probable que pueda estar "rondando mágicamente" cerca, muy cerca, tal como tan maravillosamente lo canta Ma. Bethania: "Onde estará o meu amor? Será que vela como eu? Será que chama como eu? Será que pergunta por mim? Onde estará o meu amor?".
En definitiva, renunciar al área chica para regodearse en la abundancia. A "ser realistas y pedir lo imposible", soltar la búsqueda de pareja y decidirse por una vida amorosa, trascendente y extraordinaria.
Saludos,
Cristina Vásconez, coach para el amor (cvasconez@puntopartida.cl).