Con todo, señalaron que su recuperación "podría llevar todavía más tiempo".
AP
TOKIO.- La princesa Aiko, única hija del príncipe heredero de Japón, Naruhito, y su esposa Masako, lleva ausente del colegio un mes debido a problemas de salud, informó la Agencia de la Casa Imperial nipona, que estima que su recuperación llevará algún tiempo.
La princesa, que cumplirá 15 años el próximo 1 de diciembre, lleva sin asistir a clase desde el 26 de septiembre siguiendo la recomendación de su médico por la fatiga y la disminución de su fuerza física.
Aiko, que está cursando tercero de secundaria en la escuela femenina de Gakushuin en Tokio, ha estado descansando en su residencia en la capital japonesa y, aunque su condición "mejora poco a poco", incluida su falta de apetito, continúa sin poder mantenerse en pie de forma estable, según informaciones de la agencia imperial recogidas hoy por los medios locales.
La princesa estudia, lee libros y escucha música cuando se siente bien, e incluso paseó por el jardín de la residencia el lunes y muestra ganas de regresar al colegio y encontrarse con sus amigos, reveló la Agencia, que indicó que su recuperación "podría llevar todavía más tiempo".
Su madre, la princesa Masako, canceló un viaje a la prefectura de Iwate (nordeste) la semana pasada para cuidar de su hija, que en el pasado experimentó problemas de adaptación en la escuela.
Durante varios meses entre 2010 y 2011, cuando acudía a la escuela primaria, la princesa Aiko tuvo que ser acompañada a clase diariamente por su madre, después de que a la niña le afectara el "comportamiento brusco" de algunos compañeros de su curso.
La propia Masako, conocida popularmente como la "princesa triste" sufre desde hace más de un década una depresión que le ha hecho reducir sus apariciones públicas y compromisos oficiales.
Masako asistió el pasado 11 de octubre a la recepción de los reyes de Bélgica en el palacio imperial de Tokio, en la que fue su primera aparición en un acto de estas características en dos años.
Algunos achacan su enfermedad a la rigidez del protocolo imperial y a las presiones que soportó para tener un hijo varón que perpetuara la línea sucesoria.