El ídolo de Mario Salgado debe ser el Llanero Solitario. Y como en las viejas viñetas del comic o la serie de televisión, el jovencito terminó por imponer la justicia en un pleito donde, extrañamente, las condiciones parecían las menos adecuadas para que emergiera el mejor Chile.
Porque la escuadra de Héctor Pinto había mostrado frente a Brasil (0-6) y Argentina (2-2) en esta fase final del Campeonato Sudamericano una tendencia clara a derrumbarse en los segundos tiempos, lo que fue interpretado erróneamente como un problema físico. Lo que faltó en esos encuentros fue la inteligencia. Inteligencia para planificar e inteligencia para ejecutar.
Porque, objetivamente, si de físico y de piernas se trataba, este era el partido menos indicado para superar ese déficit. Chile se concentró en precarias condiciones, se desplazó tres horas y media desde Guayaquil y jugó con una temperatura cercana a los cuarenta grados y una fuerte humedad en Portoviejo. Un cóctel que, para un equipo mal preparado, pudo resultar fatal.
Pero esta vez el esquema estaba claro y su aplicación fue impecable. Chile se resguardó al fondo, esperó con paciencia y contragolpeó con acierto a un Paraguay que favoreció el esquema con un Tomás Guzmán muy impreciso y un esquema rígido para buscar el arco de Johnny Herrera.
Por eso Campos y Berríos respondieron defensivamente y Villagra con Bascuñán alcanzaron brillo en las coberturas del mediocampo. Pero las verdaderas estrellas de la táctica fueron Jaime Valdés en los lanzamientos ofensivos y Mario Salgado, el hombre de Huachipato, resistiendo en solitario en punta. Fue el ariete quien se animó con un remate cruzado y violento para el primero y el que batalló otra vez frente a un ejército de guaraníes para el segundo.
El triunfo, tan duramente trabajado, peligró apenas en dos ocasiones sobre el final del partido. El ingreso de Fatecha en Paraguay desequilibró a la defensa y la potencia del atacante finalmente encontró premio en el descuento. Y la torpeza del Pajarito al tomar rudamente por el hombro al drástico juez argentino Fabián Madorrán dejó a Chile en una inferioridad que le podría haber costado caro.
Sin embargo hoy no habría sorpresas. Y con un trabajo serio y aplicado, aunque enfatizando mucho las infracciones, se pudo aguantar la presión de los rivales, que deberán enfrentar ahora un tránsito duro en la ruta mundialista: Argentina y Brasil.
Todo lo contrario de Chile, que se medirá contra Ecuador y Colombia en dos pleitos donde, claramente, la presión estará del lado adversario. Y este esquema - independientemente de las ausencias de Bascuñán y Valdés- ya demostró ser el más adecuado.
Siempre y cuando el Llanero Solitario siga cabalgando.
Por Aldo Schiappacasse
Desde Portoviejo