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Futbolistas "buscan" tarjetas amarillas

En una acción antideportiva que ya se ha hecho pan de cada día y que el martes plasmaron el portugués Luis Figo y el francés Claude Makelele, ambos del Real Madrid, los jugadores provocan la cartulina amarilla para no jugar un encuentro previo considerado más sencillo y estar "aptos" de cara a otro partido más importante.

07 de Marzo de 2001 | 10:25 | DPA
MADRID.- La acción más aplaudida en el encuentro del martes de Liga de Campeones entre el Real Madrid y el Leeds fue una tarjeta amarilla para el portugués Luis Figo, que llevaba media hora provocándola en una acción antideportiva que ya se ha convertido en cotidiana para los equipos españoles.

La FIFA, que organiza todo tipo de eventos para premiar el juego limpio, promueve con sus normativas en cambio que se produzca esta situación. Los jugadores con amonestaciones previas que pueden verse castigados antes de choques decisivos provocan una tarjeta amarilla para no jugar en un encuentro previo teóricamente más sencillo y estar "limpios" de antecedentes de cara a los importantes.

En el encuentro de ayer, el asunto alcanzó tintes surrealistas. El francés Claude Makelele y Figo querían quedar fuera del choque de la próxima semana ante el Anderlecht en Bruselas, en el que no se juegan nada, y no tener cartulinas acumuladas para los partidos de cuartos de final. Una tarjeta en el primer partido de cuartos, por ejemplo, les hubiera supuesto no jugar el de vuelta; lo mismo hubiera ocurrido en caso de jugar en Bruselas y ser amonestados.

Así que Figo y Makelele echaron mano de todo lo que se les fue ocurriendo. El portugués se encaró con un rival y le dio un pequeño cabezazo. Protestó al árbitro, dio alguna patadita a destiempo, y finalmente consiguió la amonestación al no permitir sacar una falta a los ingleses, en medio de la atronadora ovación del público.

El colegiado polaco Wojciech llevó su deseo de no mostrar tarjetas al extremo de permitir irregularidades flagrantes. Makelele fue sacado del campo por una pequeña lesión, y entró después en él sin pedir permiso. Como parecía que el árbitro no lo había advertido, incluso alzó los brazos para que se diera cuenta de lo ocurrido. Finalmente, fue amonestado por una fea entrada a Alan Smith que, en otras circunstancias, tal vez debería haberle costado la roja.

"Son decisiones de los jugadores, que creen que es lo mejor para el club. Yo no les pediré jamás algo así", decía tras el partido Vicente del Bosque, técnico madridista. Pero lo cierto es que, según algunas emisoras de radio que contaban con periodistas cerca del banquillo madridista, la decisión de cambiar a Figo fue retrasándose al no recibir la cartulina el portugués.

El Real es un equipo que maneja el asunto de las tarjetas con especial brillantez. Como señalaba ayer el diario catalán "El Mundo Deportivo", el Madrid cuenta con el jugador más tarjeteado de la historia de la Liga, el español Fernando Hierro, y con el segundo con más tarjetas este año, Luis Figo. Sin embargo, hace 372 días que no se le expulsa a ningún jugador, una marca sin igual en las principales ligas europeas.

El brasileño Roberto Carlos ya forzó hace varias semanas una tarjeta para no jugar contra el Athletic de Bilbao y estar presente en el choque del pasado sábado en el Barcelona.

Esta trampa, sin embargo, no es privativa del Real o de los grandes. El jugador del Numancia Manel también provocó una tarjeta el pasado domingo para cumplir sanción este próximo frente al Deportivo, el equipo que le ha cedido a los sorianos, con el que se rumorea que existe una cláusula por la que no puede jugar en su contra (otra ilegalidad bastante corriente y conocida).

Los medios de comunicación recuerdan periódicamente el ejemplo de la NBA, donde los castigos no suponen nunca privar a los espectadores de ver a las estrellas por sanción, sino que se centran en lo económico. En España, las tarjetas suponen multas en ningún caso onerosas y que además son abonadas por los clubes.

La necesidad de un cambio queda plasmada en la entrada de Makelele a Smith. Con los dos pies por delante, no buscó el cuerpo del rival, pero pudo hacerle daño. Todo por una trampa legal fácilmente evitable.
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