BERLIN.- El ex tenista alemán Boris Becker recuerda la concepción de su hija ilegítima Anna, fruto de una relación fugaz con una modelo ruso-británica, como los cinco segundos más caros de su vida, tanto desde el punto de vista económico como sentimental.
"Fue una acción que duró cinco segundos", explicó el ex tenista alemán en una entrevista para la televisión alemana, al evocar su relación sexual con la madre de la niña, durante el Torneo de Wimbledon del año 1999.
Ese día fue no sólo el último de su carrera deportiva -se retiró tras perder ante Patrick Rafter-, sino también el que peores consecuencias ha tenido en su esfera privada, ya que tras pasarse el día bebiendo y discutir con su esposa, cometió un error que le perseguirá el resto de su vida.
El "error" en cuestión tuvo lugar en un privado de un restaurante de lujo londinense, escenario de esos cinco segundos de intimidad con Angela Ermakova de los que, nueve meses después, nació la pequeña Anna.
Becker tuvo que reconocer ante el entrevistador que engendró a Anna cuando su esposa estaba embarazada del segundo hijo en común.
A modo de justificación, explicó que le resulta difícil rechazar a una mujer y se escudó en una frase del actor Paul Newman, según la cual "uno puede saciar el hambre en casa, pero cuando se trata de saborear un buen bistec..."