HOUSTON.- El proceso de retorno de Michael Jordan por tercera vez a la competición ha generado dos últimos movimientos, realizados por el propio interesado, al fichar a Doug Collins como nuevo entrenador de los Wizards de Washington y pedir asesoría legal al comisionado David Stern sobre sus acciones.
Nada más darse el pitido final del último partido de liga, que los Wizards perdieron por 98-92 frente a los Raptors de Toronto en el MCI Center, Jordan mandó llamar a su oficina de presidente de operaciones al entrenador Leonard Hamilton, el mismo que había fichado por cuatro años y ocho millones de dólares, para decirle que su trabajo había terminado.
No se sabe a qué acuerdo llegaron ambos, pero después de dos horas de reunión privada, Hamilton, de 52 años, salió y dijo que dejaba el equipo por bien de todos y que se sentía frustrado por la forma como había vivido su primera experiencia en la NBA.
La marca de 19-63, la peor en la historia del equipo, no dejaba ninguna duda de lo mal que le habían ido las cosas, lo mismo que a Jordan, que lo eligió para trabajar de forma conjunta cuatro temporadas cuando todavía quería ser directivo y se había olvidado de su etapa de jugador estrella.
La mente de Jordan, que nunca descansa, como tampoco el efecto positivo de su imagen en la NBA, que sin él entró de nuevo en plena crisis, mientras que a él le seguía generando 40 millones de dólares anuales en ingresos de publicidad, comenzó a maquinar la posibilidad de un tercer retorno.
A sus 38 años, Jordan se dio cuenta que a pesar de haber estado dos temporadas fuera de la competición activa, con una preparación física adecuada volvería a superar en el campo a la mayoría de los profesionales de elite que hoy militan en los 29 equipos de la NBA.
Además podría salvar a los Wizards, misión que como directivo y accionista minoritario lo tiene más complicado después de lo que le ha tocado vivir en sus primeros 15 meses de experiencia.
El gran problema para Jordan era una vez más tratar de justificar todo cuanto dijo cuando decidió dejar a los Bulls y retirarse después de haber ganado el sexto título de liga con una canasta histórica y todos los premios individuales que lo convirtieron en uno de los jugadores más grandes en la historia de la NBA.
Ahí estaban sus declaraciones en las que dijo que no jugaría bajo la dirección de otro entrenador que no fuese Phil Jackson, que había conseguido todo dentro del baloncesto, que ya no tenía motivación por hacer más y que era el momento ideal para el adiós.
Jordan no ha dicho todavía la última palabra, pero el fichaje de Collins, de 49 años, y la asesoría jurídica que le pidió a Stern sobre el proceso que debe cumplir para dejar sus acciones minoritarias de los Wizards, hablan por si mismos de que está más cerca que nunca de volver a vestirse de corto.
Con Collins, de 49 años, en el banquillo, su imagen no sufrirá al ser dirigido por un entrenador universitario como Hamilton, sino que será el mismo profesional que estaba en los Bulls cuando llegó a la NBA y su maestro hasta que la súper estrella quiso imponer sus reglas al finalizar la temporada de 1988-89.
Collins no aceptó y Jordan pidió su cabeza, concedida por los directivos de los Bulls encabezados por el gerente general Jerry Krause, para colocar en su lugar a Jackson, que sí las aceptó y a cambio recibió el premio de seis títulos de liga.
El tiempo le ha permitido a Collins ser mucho más diplomático y flexible después de otra experiencia nada agradable con los Pistons de Detroit, y así recordó que como entrenador disfrutó de una manera especial cuando tuvo bajo su dirección a Jordan.
"No sé si Jordan volverá a jugar, pero sería algo excepcional tenerlo de nuevo bajo mi dirección como profesional", declaró Collins en la conferencia de prensa de su presentación. "Lo único que sé es que ambos estaremos unidos para ayudarnos al máximo".
Mientras, Jordan, que sigue con su plan maestro de preparación para el retorno, reiteró que en la actualidad no tiene intenciones de volver a jugar la temporada del 2001-02, pero admitió que no sabía lo que podría responder dentro de tres meses.
Al referirse al "presentimiento" que también tiene el dueño de los Wizards, Abe Pollin, de que regresará a la competición como jugador, Jordan señaló que el verano será el tiempo perfecto para que se conozca la respuesta adecuada a sus "inquietudes" sobre una posibilidad real que esta meditando muy seriamente.
Tampoco quiso entrar en detalles sobre sus consultas directas que ha mantenido con Stern para discutir el proceso legal de la posible trasferencia de acciones de los Wizards por si decide jugar, dado que el reglamento de la NBA prohíbe a un profesional en activo tener participación en la propiedad de un equipo.
Pero el propio Stern el pasado martes declaró con regocijo que Jordan no tiene problema alguno en hacer las trasferencias de acciones, al considerar que el proceso sería muy fácil porque se las puede dejar a otro miembro del equipo o establecer una venta condicionada fuera de la organización.
Tanto Pollin, Collins como Stern saben ya perfectamente cuales son las intenciones de Jordan para dentro de tres meses, y no son otras que las de anunciar a todo el mundo que vuelve a jugar en la NBA.
De lo contrario ninguno de ellos se hubiese apuntado a un plan que va más allá de un simple retorno porque se trata de la vuelta del mejor jugador del mundo y único profesional que no sólo puede dar vida a los Wizards, sino a todo el negocio del deporte del baloncesto de la NBA, más en crisis que nunca.