PARIS.- Con la decisión del Consejo de Estado de no atender la reclamación del Toulouse para cambiar la clasificación de la liga en función de los casos de pasaportes falsos se cierra un capítulo que ha tenido al fútbol francés pendiente de los tribunales en los últimos meses.
El Toulouse llevó su recurso hasta la máxima instancia administrativa francesa con la esperanza de obtener en los tribunales la permanencia en primera que no había logrado en los terrenos de juego.
Pero el tribunal ha considerado que, a pesar de que ha existido fraude, no se puede cambiar el resultado de un partido que ya ha sido homologado a no ser que un club haya presentado una reclamación en las 48 horas siguientes a su conclusión.
El rumor de que el Consejo de Estado daría la razón al Toulouse, confirmado por algunos medios, colocó a todos los estamentos del fútbol al borde del abismo, pendiente de una resolución judicial y con una batería de dudas sobre su futuro más inmediato.
Todos se pusieron en guardia, empezando por los clubes afectados hasta llegar a los dirigentes del fútbol, que no dejaron de reclamar una posibilidad para poder tomar parte en el conflicto.
El Nantes podrá olvidar sus temores sobre la pérdida del campeonato que ganó en los terrenos de juego y Metz y Mónaco pueden respirar tranquilos ya que no bajarán a segunda división.
La decisión del Consejo de Estado puede calificarse de solución de compromiso, porque cierra un conflicto que impedía avanzar al fútbol francés y mete en la legalidad una situación un tanto irregular. Además, reconoce en cierta medida la especificidad del deporte.
La Justicia francesa fue la primera en toda Europa en condenar a un jugador por la falsedad de su pasaporte, sometiendo al deportista a la disciplina civil. El colombiano del Metz, Faryd Mondragón; el chileno del Mónaco, Pablo Contreras; y el argentino del Niza (de segunda división), Emilio Manuel Romay fueron condenados a principios de abril por el Tribunal Correccional de París a dos años de prohibición de estancia en suelo francés por la falsedad de sus pasaportes comunitarios.
Pero el Consejo de Estado no ha querido llegar tan lejos como para someter a todo el fútbol a la misma disciplina, reconociendo la existencia de fraude pero sometiéndolo a una cierta lógica particular, la tan reclamada especificidad del deporte.
Con esa solución de compromiso, que integra plazos y leyes civiles y deportivas, se cierra una herida que abre un futuro de estabilidad a un campeonato que quedará gravemente tocado, pero vivo: reconoce un fraude civil, pero lo somete a las normas del deporte, en lo que a sus consecuencias deportivas se refiere.
Todavía quedan procedimientos abiertos en relación a los pasaportes falsos, pero el fallo del Consejo de Estado no parece dar alas a los equipos para seguir reclamando.
En cualquier caso, tampoco parecía muy adecuado inmiscuir a los tribunales en decisiones de carácter meramente deportivo, como es la clasificación de un campeonato.
Al que se le abre un futuro incierto es al Toulouse, arruinado económicamente, enemistado con la mayoría de los clubes y en tercera división. En menos de una semana, el Toulouse ha visto como la Federación le descendía a tercera por su desequilibrio presupuestario y el Consejo de Estado le quitaba la razón sobre el asunto de los pasaportes.