ROMA.- El Hellas Verona, que remontó un adverso 0-2, ganó el clásico veronés al imponerse al Chievo (3-2), que pese a la derrota sigue manteniendo el liderato, en el partido que cerró la undécima jornada de la Serie A italiana de fútbol.
El primer duelo de la máxima rivalidad veronesa en Primera División de la historia, jugado bajo la lluvia y con un terreno pesado, resultó entretenido, con goles, alternativa en el marcador y, fiel a lo que se espera de un clásico, emocionante.
El Chievo, conocedor de los resultados de la jornada y sabedor de mantener su liderato pasase lo que pasase, salió a ampliar su ventaja al frente de la clasificación y para ello intentó utilizar su mejor bagaje técnico. El Hellas, que jugaba como local, puso más brega.
Tras unos primeros minutos de equilibrio, el Chievo empezó a hacer suyo el partido jugando al primer toque y abriendo a las bandas, donde el brasileño Eriberto se hizo notar con brillantez.
Lo triste fue que, junto con sus compañeros Manfredini y Mayelé, recibió los constantes y ya clásicos tristes silbidos racistas con los que una parte de la afición del Hellas Verona "premia" a los jugadores de raza negra.
Precisamente, en dos acciones de Eriberto, en apenas cuatro minutos, el Chievo logró los dos primeros goles: el primero, en remate al vuelo del carioca que sorprendió a todos, en especial al meta Ferron (m.33); el segundo, de penal por mano de Seric tras centro del sudamericano, que transformó Corini (m.37).
Para su fortuna, casi de forma inmediata, el Hellas Verona acortó distancias, en penal cometido sobre el rumano Mutu y que lanzó acertadamente Oddo (m.40). El 1-2 cortó algo las alas del Chievo y dio un mayor empuje y ganas al Hellas.
Un Hellas, que tirado por Mutu, se volvió más peligroso, que forzó su ritmo y que, además, se vio en superioridad numérica tras la expulsión del delantero Marazzina (m.59), por dura entrada por detrás.
El 2-2 estaba en el aire y llegó pronto de la manera más estrambótica: un centro sin gran peligro fue rematado por el defensa Lanna (m.70), desde fuera del área pequeña hacía su portería con un disparo impecable y que más de un delantero desearía para sí.
Fue un golpe demasiado duro para el Chievo, que, dos minutos después (m.72), encajó el 3-2 en remate de un solitario argentino Mauro Germán Camoranesi. El Chievo pagaba sus claros errores defensivos.
El diezmado equipo visitante intentó reaccionar, se volcó en busca de un empate que pudo conseguir, pero sus intentos al final resultaron inútiles ante la muralla defensiva construida por su vecino.