LISSONE, Italia.- Delante de su aparato de televisión, el estadounidense Lance Armstrong marcó puntos de cara al Tour de Francia, al ver a sus dos rivales, los italianos Damiano Cunego y sobre todo Ivan Basso, derrumbarse en el Giro de Italia, antes incluso de la tercera y última semana.
En Estados Unidos, el séxtuple vencedor del Tour asistió de lejos a lo ocurrido en los Dolomitas. Cunego, actual vencedor del Giro, se mostró decepcionante desde la primera cima de la prueba. Basso, tildado de gran favorito, perdió pie en el Stelvio, para llegar con 40 minutos de retraso.
Las razones hay que buscarlas en un problema de control mental de Cunego, que confesó haber sentido "demasiada presión", y de salud en Basso, víctima de una gastroenteritis que lo dejó sin fuerzas.
Cunego, con gran futuro a sus 23 años, se toma el próximo Tour de Francia como el descubrimiento de un nuevo mundo. Basso, cuatro años mayor, se presenta con otras ambiciones en la prueba gala, tras su tercera plaza el año pasado.
Pero hay que ver cómo ha digerido su enorme decepción del Giro, después de haber puesto la prueba italiana como uno de sus objetivos.
Por ahora, los dos favoritos han desaparecido detrás de tres de sus compatriotas, a cinco etapas del final. En esta jornada de descanso del martes en Lissone, Paolo Savoldelli, Danilo Di Luca (a 25 segundos) y Gilberto Simoni (a 1 minuto y 48 segundos) están en liza para ganar el domingo en Milán.
Savoldelli, que confirmó este martes su participación en el Tour de Francia al lado de Armstrong, no quiere ser etiquetado como favorito. "Nunca he corrido a este nivel y no estoy seguro de aguantar la tercera semana", lanzó el corredor de Bérgamo, que tiene un equipo debilitado tras el abandono del estadounidense Tom Danielson, su lugarteniente previsto en la montaña.
Por haber ganado casi solo el Giro 2002 (donde se hizo con la malla rosa a cuatro días de la llegada), Savoldelli sabe negociar los desarrollos de la carrera. Del trío de cabeza, es el más eficaz en la contrarreloj pero mostró también algunas limitaciones en las pendientes más duras.
Si la última contrarreloj debe disputarse el viernes sobre 34 kilómetros, la perspectiva de escalar el puerto de la Finestre, una terrible subida de 18,5 kilómetros -con una pendiente media de un 9,2%- con un parte final en arcilla, deja el suspenso entero en la víspera de la llegada final.
Simoni, cuya cotización aumentaría si las condiciones meteorológicas empeoraran, está resuelto a batirse hasta el final. En cuanto a Di Luca, su posición inesperada le deja una tranquilidad de espíritu apreciable. En este momento, ya se puede considerar su participación en el Giro como exitosa.
