El boxeador cubano, que hoy arribó a Cuba, está arrepentido y espera no sufrir represalias.
REUTERSLA HABANA.- Aficionados cubanos dudan que los boxeadores Guillermo Rigondeaux y Erislandy Lara, que llegaron este domingo a Cuba deportados por Brasil, estén arrepentidos de haber desertado en los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro, aunque no creen que deban sufrir represalias.
Nunca antes deportistas desertores han sido recibidos en el país, por lo que los cubanos estaban atentos a la llegada de los boxeadores, aún no mostrados a la prensa.
Sobre todo por tratarse de Rigondeaux, campeón olímpico de Sidney-2000 y Atenas-2004 en 54 kilos, y Lara, monarca mundial de los 69 kilos, de quienes daban por seguro que regresarían a Cuba de los Juegos con dos medallas de oro colgadas del cuello.
Aunque la noticia de que serían deportados no había sido publicada en la prensa local, los aficionados ya la conocían y despertaron este domingo con un artículo en el diario Juventud Rebelde del convaleciente líder cubano Fidel Castro, que aseguró que los boxeadores no serán encarcelados.
"Siempre imaginé que Cuba les iba a abrir las puertas cuando se supo que deseaban regresar, aunque no creo que estén arrepentidos, lo que pasa es que les salieron mal las cosas. Aquí no podrán ni levantar la cabeza en las calles", opinó en un ómnibus de La Habana un joven de 30 años.
Un joven de 25 años, que no quiso precisar su identidad, cree que Rigondeaux y Lara se equivocaron dos veces, primero "al marchase sin tener bien cuadradas las cosas" y después "al querer regresar a Cuba".
"Aquí volverán a ser nadie, no sé en que estarán pensado, pero allá hubieran podido ganar dinero y darle otro rumbo a sus vidas", añadió el muchacho, quien dijo trabajar "por su cuenta" en las calles de La Habana.
En su editorial, Fidel Castro afirmó que a los boxeadores "no los esperan arrestos de ningún tipo ni mucho menos métodos como los que usa el Gobierno de Estados Unidos en (las cárceles militares de) Abu Ghraib y Guantánamo, jamás utilizados en nuestro país".
Castro, que los acusó de "traición" cuando desertaron, aclaró que a los boxeadores se les brindará acceso a sus familiares y a la prensa, y se les ofrecerán "tareas decorosas en favor del deporte de acuerdo con sus conocimientos y experiencia".
Según Gonzalo Manchón, un chofer de 60 años, el presidente actúa correctamente "pues las represalias siempre son utilizadas por los enemigos de la Revolución para lanzar sus campañas".
Manchón puso en duda el arrepentimiento que, según las autoridades brasileñas, declararon los boxeadores, y fue enérgico al afirmar que "no deben volver a integrar ningún equipo oficial cubano, pues además de traicionar, pusieron en peligro el segundo lugar de Cuba en el medallero".
Yolanda, una jubilada y declarada fanática del deporte, estimó que "Fidel en realidad no debe tener deseos ni de verlos, porque le dieron un golpe bajo", aunque consideró que "hay que darles una oportunidad, pues son muchachos jóvenes".
El caso de Rigondeaux es un duro golpe para Cuba, pues se quedó sin campeones olímpicos activos, después que otros tres monarcas desertaron durante un entrenamiento en Venezuela, y fueron contratados por la empresa Arena Box Promotions.