LA HABANA.- Espías, discotecas, prostitutas, consulados y policías: el caso de los fallidos desertores cubanos en los Juegos Panamericanos es cada vez más oscuro. Tanto, que una empresa alemana, llamada "Black Star Factory", es ahora la nueva protagonista de la historia.
Hay un dato cierto: los boxeadores Guillermo Rigondeaux y Erislandy Lara están en La Habana. Lo que resulta en cambio difícil de saber aún es por qué regresaron allí cuando tenían la posibilidad de instalarse en Alemania para iniciar una carrera profesional, tal como hicieron a fines de 2006 sus tres colegas y amigos -Barthelemy, Gamboa y Solís- al desertar en Venezuela.
Según asegura el abogado Rafael Villena y Scheffler en declaraciones a la edición de "Der Spiegel", Rigondeaux y Lara dieron marcha atrás en el último instante al enterarse de que a sus parientes "se les había quitado el auto y la casa".Villena es abogado de "Arena Box Promotion", empresa que busca reclutar boxeadores cubanos en todo el mundo.
Su dueño, el turco- alemán Ahmet ner, cree que "los servicios secretos" de la isla jugaron un papel importante.Sea como fuere, el líder cubano Fidel Castro encontró la manera de apuntarse un éxito, porque lo que el 21 de julio era un claro golpe bajo terminó convirtiéndose el 2 de agosto en un impecable contraataque: Rigondeaux y Lara ya no serían "robados", habían salido indemnes de la "mordida de las pirañas" denunciada por el jefe del régimen comunista, que estudia la posibilidad de no enviar delegación alguna al mundial de boxeo que albergará Chicago en octubre.
Los detalles que van aflorando sobre aquellos días en Brasil conforman una trama propia de una película. Según "Der Spiegel", que se basa en el relato de Villena, Rigondeaux firmó un pre-contrato con "Black Star" durante los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, aquellos en los que ganó su segunda medalla de oro.Lara lo habría hecho en mayo de 2006.
Rigondeaux, peso pluma de 25 años, estaba en la mira de las autoridades cubanas, que lo castigaron por no haber avisado de lo que harían Barthelemy, Gamboa y Solís. Pero meses después fue reincorporado al equipo olímpico -orgullo de la isla caribeña-, y el boxeador se ocupó de disimular sus intenciones.
Restaban apenas horas para que escapara, y preguntado por las deserciones de un balonmanista y un entrenador de gimnasia en Río, puso gesto y serio para cortar la conversación. "No quiero hablar sobre eso", dijo.
Tenía razón, no era necesario que hablara más, porque todo estaba ya hacía tiempo arreglado con "Black Star", una hasta ahora desconocida empresa con sede en Berlín que se dedica a "servicios deportivos", según su propia presentación. En la práctica, una de las especialidades de "Black Star" es organizar la fuga de boxeadores cubanos, a los que Castro impide combatir como profesionales. Y uno de los mejores clientes de "Black Star" es "Arena Box", que estaba dispuesta a pagarle más de medio millón de euros por los boxeadores.
Según el diario brasileño "O Globo", también colaboró un periodista alemán de la cadena ZDF, Mathias Dring, que acreditado como informador en los Juegos, se dedicó en realidad a marcar de cerca a los boxeadores. El asunto está en manos del gobierno alemán.
Tras huir de la villa panamericana aquel 21 de julio, Rigondeuax y Lara fueron a parar nada menos que a la discoteca "Help", un decadente antro repleto de prostitutas sobre la Avenida Atlántica, en la playa de Copacabana. Allí se reunieron con representantes de "Black Star", que los trasladaron en taxi a Araruama, un pueblo de playa a 100 kilómetros de Río, no lejos de la bucólica Buzios. Según "Der Spiegel", Rigondeaux y Lara recibieron "en mano y para empezar tarjetas telefónicas prepagas y un adelanto de 6.850 dólares".
"Los tipos de Black Star les dieron otros 10.000 euros (13.700 dólares), la quinta parte de lo que iban a recibir". Varias prostitutas acompañaron a los cubanos durante su estancia en Araruama.
Cinco días después Villena fue con los boxeadores al consulado alemán en Río para tramitar sus papeles, entre ellos pasaportes provisorios para "apátridas". Los papeles fueron enviados al Ministerio del Interior alemán. Villena regresó a Alemania, con la idea de volver a Brasil una vez que los papeles estuvieran listos. Error, como se demostró más tarde.
Rigondeaux y Lara dijeron haber sido "sedados y obligados" a desertar, pero la firma de sendos contratos y sus propias palabras demuestran que nada hubo de eso. "Estamos arrepentidos, estamos dispuestos a hacer lo que sea, porque ya no se puede virar para atrás, ya estamos en la patria, en la revolución, y ese delito que cometimos hay que pagarlo", dijo el bicampeón olímpico ya en La Habana.
¿Cómo lo pagarán? Sólo una de las muchas preguntas que deja el caso de los fallidos desertores.Otra apunta al gobierno de Brasil, al que Castro señaló tras las deserciones: "¿Facilitó Brasilia la entrega a Cuba para suavizar sus relaciones con La Habana?". Y una tercera al de Alemania, en cuyo consulado en Río se tramitaron, según "Der Spiegel", los papeles en presencia de Rigondeaux y Lara, cuando todo Brasil hablaba de las deserciones: ¿Será ahora Berlín eje de la furia de Castro, que ya se quejó de la "mafia" instalada en Alemania?