QUITO.- El entrenador colombiano Luis Fernando Suárez se despidió hoy de la selección ecuatoriana de fútbol, a la que renunció el sábado pasado como consecuencia de ocho derrotas en partidos oficiales y entre lágrimas pidió perdón y afirmó que su salida era necesaria para que Ecuador volviera a ganar.
Negó rumores según los cuales hubo una posible traición de los jugadores ecuatorianos a su conducción, aunque destacó que luego de su salida vio a sus pupilos "jugar más libres, a lo que saben".
Suárez, que hizo pública su dimisión luego de la goleada en Asunción, por 1-5, frente a Paraguay, en la tercera jornada de las eliminatorias sudamericanas del Mundial de 2010, reapareció hoy ante la prensa ecuatoriana para explicar su decisión.
"Quiero dejar esta voz de agradecimiento a los ecuatorianos: muchísimas gracias por lo que me dieron, porque crecí mucho. Perdón por lo poco que di, esperaba más", dijo Suárez con voz entrecortada antes de romper en llanto, en medio del silencio del medio centenar de periodistas que acudió al auditorio de la Asociación de Fútbol No Amatéur (AFNA), en Quito.
"Hoy se termina", dijo al aludir el proceso que, con su aporte, comenzó en 1995 con la participación de entrenadores colombianos. Añadió que este final termina "no como uno quisiera".
La salida de Suárez se produjo en plenas eliminatorias sudamericanas al cabo de tres derrotas consecutivas de la selección en igual número de partidos.
Tras la dimisión de Suárez, la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) encargó de la función el domingo pasado al técnico nacional Sixto Vizuete, que el pasado miércoles dirigió desde el banco la victoria por 5-1 sobre Perú, en Quito, primera del equipo en las eliminatorias de Sudáfrica 2010.
"No tengo nada que reprochar a los jugadores", señaló Suárez y reiteró que cuando anunció su dimisión, en los vestuarios del estadio en Asunción, después de la derrota ante Paraguay, dijo a sus pupilos: "Me voy para que ganen".
Reconoció que con su salida los seleccionados ecuatorianos "se sintieron más libres", sobre todo de la presión que, según dijo, imprimió en el equipo después de la destacada actuación en el pasado Mundial de Alemania 2006, cuando Ecuador alcanzó los octavos de final bajo su conducción.
El estratega dijo que se tomará un periodo indefinido de vacaciones, para olvidarse "un poco del fútbol".
Atribuyó a una serie de rumores y conjeturas el aumento de la presión sobre la selección y remarcó que su gestión siempre estuvo encaminada a solucionar los eventuales problemas que la rodeaban.
"Voy a seguir confiando en ellos (los jugadores)", subrayó tras explicar que con la decepcionante presentación de la selección ecuatoriana en la pasada edición de la Copa América notó que "el apoyo se iba perdiendo poco a poco, acrecentada por un montón de chismes y rumores" infundados.
Aseguró que en Paraguay el equipo ecuatoriano "se resquebrajó" y ahí se dio cuenta de que "la situación no podía sostenerse", no tanto por el resultado, sino por el bajo nivel mostrado por los jugadores.
"No tengo problemas en asumirlo. Soy el culpable de todo", dijo, aunque luego aseguró que creía que no había hecho nada malo, sólo exigir disciplina y un mayor compromiso para intentar mejorar.
Suárez, el hombre que llevó a la selección absoluta de Ecuador a cumplir su más importante campaña en la historia de los mundiales, remarcó: "el mejor movimiento (al frente de la selección) fue este último: irme".
Suárez dijo que no quiere abandonar su "segunda patria", Ecuador, sin agradecer a todos los que le ayudaron a ser uno de los mejores entrenadores que ha tenido la selección ecuatoriana.
"A veces es necesario que haya cambios para que haya mejores resultados", añadió el técnico cafetero e insistió: "Yo me tenía que ir para que el equipo ganara, afortunadamente así se sintió y se dio un primer paso para que la gente quedara más tranquila".