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Real Madrid se dio un nuevo festín en el Bernabéu

El cuadro dirigido por el chileno Manuel Pellegrini conquistó por quinto año consecutivo el Trofeo Santiago Bernabéu.

24 de Agosto de 2009 | 18:07 | EFE
MADRID.- El Real Madrid conquistó el Trofeo Santiago Bernabéu, por quinto año consecutivo, dándose un festín de fútbol y goles ante el modesto Rosenborg (4-0), con una primera parte brillante con golazos de 'Lass' Diarra y Karim Benzema, en un encuentro que asienta las nuevas ideas instaladas por Pellegrini.

El nuevo Real Madrid devuelve la ilusión al Bernabéu. Hace disfrutar a una afición entregada. Agradecida a Florentino Pérez por el proyecto creado. "Gracias por cumplir tu palabras. Bienvenido a casa", rezaba una pancarta en el fondo norte. Fútbol de toque, rápido y vertical. Presión y defensa adelantada. Conceptos acordes a la historia del club.

Manuel Pellegrini ya tiene decidido el equipo que iniciará el campeonato. Lo demostró en el Trofeo Santiago Bernabéu, donde jugadores como los argentinos Fernando Gago y Gonzalo Higuaín o José María Gutiérrez 'Guti' y Arjen Robben pasan a un segundo plano esperando su oportunidad.

Con una defensa improvisada ante las bajas de Sergio Ramos, lesionado, y Pepe, que debe cumplir aún cuatro partidos de sanción, Pellegrini ya tiene sus elegidos. Con la inamovible pareja 'Lass', el destructor, y Xabi Alonso, el cerebro, el fútbol ofensivo por el que apuesta el técnico chileno junta a Kaká, Cristiano Ronaldo, Benzema y, como no, Raúl.

El capitán se ha hecho con el puesto. Gana la partida de inicio a Higuaín, el futbolista más brillante de la irregular pasada campaña. Y se le ve cómodo rodeado de grandes jugadores. Moviéndose entre líneas.

Asociándose de primeras y dejando la responsabilidad del gol al nueve del equipo, hasta que encuentra un hueco por el que meterse y marchando dejando su sello.Benzema es letal. Necesita media ocasión para marcar.

A los doce minutos, asistido por Marcelo, se giró y superó con facilidad a la víctima de la noche, el guardameta Almenning Jarstein. El Real Madrid elabora un fútbol veloz, siempre que puede de primera, que acaba en el delantero francés.

Encajan las piezas blancas y el Real Madrid abusó de un rival menor, un equipo que domina la Liga noruega pero que este verano ha quedado apeado de la Liga Europea a las primeras de cambio. Entregado al rival, fue un juguete.

En la diversión blanca al futbolista que menos se le ve disfrutar es a Cristiano Ronaldo. Se aleja de la banda para buscar el gol, pero acaba estático en la frontal del área. Quiere participar de la fiesta pero sus disparos acabaron siempre en paradas de Jarstein o desviados. Tanto hambre le lleva a ser egoísta, como se vio en una falta que no cedió a Granero en la segunda mitad. Pellegrini le concede libertad, pero debe definir con rapidez sus funciones.

Más claras las tiene 'Lass'. Se gustó estrenando dorsal, el 10 que el club retira a Wesley Sneijder forzándole a marcharse, y hasta se contagió del holandés, marcando el gol más bonito de la pretemporada blanca, recortando fuera del área y, esquinado, soltando un disparo a la escuadra (min.26).

Fueron los mejores momentos del Real Madrid. Las triangulaciones ofensivas eran peligro constante y Benzema, un solo minuto después, no quiso quedarse atrás en la belleza de los tantos, y escorado, tras hacer una bicicleta al defensa, le pegó con fuerza el balón que acabó en la red tras tocar el larguero.

El encuentro bajó en su intensidad con la goleada aunque todos los madridistas querían marcar. Arbeloa se topó con el palo en una de sus subidas y Xabi Alonso rozó la escuadra con un disparo lejano. Fue cuando el Rosenborg dejó las únicas acciones de peligro en las que apenas tuvo que intervenir Iker Casillas. Rade Prica lo intentó en dos acciones sin éxito.

Pellegrini fue introduciendo cambios en la segunda mitad, que se inició con una clara ocasión desperdiciada por Kaká en un contraataque y la habitual cita con el gol de Raúl, que cabeceó con eficacia un saque de esquina.

Jarstein se lució ante una falta de Cristiano y el encuentro acabó convirtiéndose en la oportunidad de reivindicarse para los suplentes. El único que no la tuvo fue Gago. Una clara señal.

La noche se cerró con la emotividad con la que comenzó. La ovación que hizo llorar a Míchel Salgado en su despedida del Bernabéu, se repitió con el público en pie para recibir a Ruud Van Nistelrooy y Mahamadou Diarra. Los dos vuelven a sentirse futbolistas tras ocho meses de lesión. La goleada pudo ser mayor si Robben hubiese aprovechado dos ocasiones o Garay no se hubiese topado con el poste en un potente disparo.
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