LONDRES.- Rafael Nadal es un tenista con alma de futbolista, un hombre que disfruta como pocos de la Copa Davis, pese a las críticas que le dirige a su formato. Por eso el partido de mañana ante el francés Jo-Wilfried Tsonga lo sitúa ante un dilema deportivo-personal: es Londres o Sevilla, no hay más opción.
"Tengo que jugar agresivo y ser sólido con mi servicio. Si no, para Sevilla", dijo el español al borde de la medianoche del martes tras su inesperada derrota por 6-3 y 6-0 ante el suizo Roger Federer en el Masters de Londres.
El esfuerzo final de temporada sitúa al español en los dos extremos del tenis: esta semana está enfrascado en una batalla solitaria en la fría Londres buscando ganar el torneo más elitista del circuito, uno de los pocos de importancia que nunca lo vio como campeón; la semana próxima será el turno de un épico desafío en grupo, apoyado por el público español en lo más cercano a un partido de fútbol que puede ofrecer el tenis, la final de la Copa Davis ante Argentina.
El número dos del mundo ya dijo días atrás que elegir entre uno y otro desafío es ponerlo "en un compromiso". Pero él sabe que llega con lo justo al final de una temporada que en cierta forma terminó para Nadal.
Hace ya semanas que el español piensa en 2012 y viene trabajando en consecuencia, semanas ajustando su físico y su tenis para empezar en enero al máximo nivel en el Abierto de Australia, donde tiene la oportunidad de reducir distancias con el serbio Novak Djokovic, número uno del mundo.
Está entonces en sus manos llegar con tiempo a Sevilla para hacer el "switch" a la arcilla sobre la que los argentinos ya vienen deslizándose desde hace días. En la noche del martes, tras ser saludado por el presentador alemán Roberto Blanco -la imagen viva de James Brown- y mientras cruzaba en bote el Támesis rumbo a su hotel, el ex número uno tenía clara la disyuntiva: si mañana derrota a Tsonga estará en semifinales; si pierde, volará a Sevilla.
¿Sería Nadal capaz de "tirar" el partido? Altamente improbable, porque respeta demasiado al tenis y no soporta perder ni jugando a las cartas. ¿Le convendría a Nadal llegar antes a Sevilla? Claro que sí, aunque no por la adaptación a la arcilla, que viene incorporada a su código genético, sino por poder relajar la mente y el cuerpo para ir tomando velocidad de crucero rumbo al single del viernes que todos, en el equipo español, están convencidos de que será ante Juan Mónaco y no ante David Nalbandian.
"Esto es bajo techo, y Rafa juega muy detrás de la línea de base, espero que jugar aquí sea una ventaja para mí", dijo Tsonga, que perdió seis de las ocho veces que se midió al español y que la última vez se llevó una paliza, un 6-0, 6-2 y 6-4 sobre la ardiente arcilla de Córdoba en las semifinales de la Copa Davis.
"Tsonga es muy explosivo", reconoce Nadal. "Pero hacia adelante, hacia los lados es un poquito menos".
¿Está en condiciones de ganar tras sus problemas estomacales y la derrota por aplastamiento ante Federer? Nadal tiene claro el mensaje, que permite pensar en todas las alternativas: "No es momento de hundirse a final de temporada. La temporada será buena aunque pierda 6-3 y 6-0 el próximo partido".