WASHINGTON.- Delta Airlines se unió hoy a los recortes del sector, al anunciar una reducción del 20 por ciento en su capacidad de transporte de pasajeros, mientras que el Gobierno anunció su disposición a ayudar a esta industria.
El presidente de Delta, Leo Mullin, avisó, en declaraciones a la cadena ABC, que sin ayuda gubernamental el sector se enfrenta a una situación crítica.
Este sábado, Continental, American y Northwest anunciaron también que reducirán un 20 por ciento la frecuencia de sus vuelos.
Continental dijo que el recorte supondrá el despido de 12.000 de sus 56.000 empleados y previno que podría acogerse a la protección de la ley de bancarrota.
Por su parte, las otras tres aerolíneas no han anunciado aún a cuántos despedidos podrían ascender los recortes de personal.
Las aerolíneas de EE.UU. han registrado pérdidas de unos 1.000 millones de dólares desde los atentados terroristas del martes, los peores de la historia, cometidos con aviones comerciales secuestrados y convertidos en proyectiles gigantescos.
Al día siguiente de los atentados, la compañía regional Midway Airlines, que intentaba salir de la bancarrota tras un período difícil, anunció su cierre definitivo y el despido de sus 1.700 trabajadores.
Ante el peligro de que el sector se hunda, en un período más que delicado de la economía nacional, el Gobierno está dispuesto a intervenir.
El vicepresidente de EE.UU., Dick Cheney, declaró hoy a la cadena de televisión NBC que "estamos muy interesados en encontrar formas para que no haya un daño permanente a nuestra aviación civil. Es algo muy importante".
Cheney dijo que el secretario de Transporte, Norman Mineta, y el principal asesor económico de la Casa Blanca, Larry Lindsey, están trabajando en el asunto.
Mineta se reunirá con ejecutivos del sector aéreo esta semana y los sindicatos afectados también han presionado para que se produzca una rápida acción oficial para evitar la destrucción de decenas de miles de empleos.
Las empresas temen un brusco descenso de la demanda de viajes por avión, además de un fuerte aumento de los gastos para poner en marcha las nuevas medidas de seguridad que se han hecho necesarias tras los atentados.
Además, American y United, dueñas cada una de dos aviones secuestrados y destruidos el martes, temen demandas multimillonarias por parte de los familiares de las víctimas.
El Gobierno ha evitado hasta ahora respaldar un plan que ofrezca multimillonarias ayudas al sector, sobre todo en forma de garantías federales a préstamos.
Las aerolíneas esperan recibir parte de los 40.000 millones de dólares que el Congreso ha aprobado como dotación extraordinaria para paliar las consecuencias de los ataques y preparar una respuesta contra los autores.
En concreto, las compañías aéreas esperan 12.500 millones de dólares en garantías federales de préstamos y 2.500 millones de dólares en ayuda directa.
El Congreso parece totalmente dispuesto a ayudar, según las manifestaciones de algunos de sus dirigentes.
"No podemos permitir que una parte importante de nuestra infraestructura económica se derrumbe simplemente por culpa de un acto de guerra", declaró a CNN Richard Gephardt, líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes.