LIMA.- La crítica de legisladores y funcionarios del gobierno de Perú contra Estados Unidos por apoyar en el pasado al prófugo ex jefe del servicio de inteligencia Vladimiro Montesinos subió de tono esta semana, en momentos en que Washington trata de mejorar su imagen cooperando en la lucha anticorrupción.
Las denuncias apuntan a la supuesta protección de la que gozaría Montesinos por parte de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA, por sus siglas en inglés) para escabullirse de la justicia peruana en retribución a la estrecha colaboración entre ambos servicios secretos en el pasado, y golpean de soslayo al embajador de Estados Unidos en Lima, John Hamilton.
El presidente del Congreso, Carlos Ferrero, mano derecha del principal candidato presidencial, Alejandro Toledo, es el más alto responsable peruano hasta ahora en declarar públicamente lo que es un secreto a voces que recorre desde hace semanas los altos círculos políticos y diplomáticos.
"Si el gobierno estadounidense realmente nos ayudara, hace rato habríamos atrapado a Montesinos", declaró Ferrero al principal diario peruano El Comercio, de tendencia moderada y referencia obligada para medir el pulso de la lucha que libra el gobierno del presidente transitorio Valentín Paniagua.
Ferrero cree que "hay una protección indirecta, una indiferencia de Estados Unidos o de algunos de los organismos policiales de los norteamericanos, que se ponen de perfil, porque como ha sido una persona que trabajó para ellos no les gustaría que revelara las cosas que sabe".
En su opinión la negativa de la CIA a dar con el escondite del ex número uno de los espías peruanos se debe a que teme que éste pueda hacer, una vez en manos de la justicia, "revelaciones embarazosas" que pudieran comprometer acciones encubiertas de la agencia estadounidense. Investigaciones efectuadas por el procurador especial, José Ugaz, indican que Montesinos montó una vasta red de corrupción que le permitió acumular unos 1.000 millones de dólares provenientes del lavado de dinero por tráfico de armas y drogas, entre otros.
En respuesta a estas imputaciones, fuentes de la embajada de Estados Unidos recordaron que la Oficina Federal de Investigaciones (FBI por sus siglas en inglés) colabora en la búsqueda de Montesinos, tal como lo reflejó el arresto en Miami del peruano Alberto Venero, a quien la justicia peruana considera como el testaferro del ex jefe de los servicios secretos. Durante la década en la que fue "el poder detrás del poder" en Perú, Montesinos generó reacciones encontradas en Washington: algunos lo consideraban útil y otros lo veían como un piedra en el zapato que podría acabar repitiendo la amarga experiencia del ex gobernante panameño Manuel Antonio Noriega.
Esa encrucijada se trasladó a la embajada de Estados Unidos en Lima, donde la CIA lo defendía, contrariamente a la Agencia antidrogas estadounidense (DEA). El embajador Hamilton precisó a fines del 2000 que Montesinos tenía contactos con la CIA, pero que eran de cooperación entre agencias equivalentes, y negó que se le estuviese protegiendo.
El ministro de Justicia, Diego Garcia Sayán, ex asesor de Toledo, también dijo al diario Los Angeles Times el fin de semana que "la supervivencia de Montesinos en los niveles más altos del poder fue, por años, responsabilidad del gobierno estadounidense".
"Al menos una agencia (del gobierno de EEUU) confió en él y lo convirtió en socio. Montesinos utilizó esa asociación como una reafirmación de su poder aquí", acotó, y subrayó que debido a la larga alianza entre Montesinos y la CIA Washington tiene la "responsabilidad moral y política" de cooperar con Lima para tratar de liquidar la corrupción en Perú.
La comisión especial del Congreso que investiga la red de corrupción que Montesinos montó desde el poder se situó en la misma frecuencia de ondas. "No hemos recibido ninguna colaboración, ni hemos recibido ningún informe", dijo el legislador David Waissman, presidente de la comisión parlamentaria, al hacer el lunes un primer balance sobre sus investigaciones iniciadas hace tres meses.
En círculos políticos, señalaron fuentes, se sospecha que Washington "cerró los ojos y dejó actuar a Montesinos en sus negocios privados", con tal que cumpliera objetivos estratégicos ligados a intereses estadounidenses como, por ejemplo, reducir las áreas de cultivo de la hoja de coca para disminuir la cantidad de cocaína enviada a Estados Unidos. Para apuntalar esa hipotésis se afirma que es "muy difícil" que Washington haya ignorado cómo amasó su fortuna Montesinos, quien fue ex brazo derecho del presidente destituido Alberto Fujimori durante todo su régimen (1990-2000).