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Resurge violencia entre palestinos e israelíes: 8 muertos y 20 heridos

Esta mañana, un autobús -conducido por un palestino- embistío a un grupo de judíos que esperaban tomar locomoción al sur de Tel Aviv, dejando 8 personas muertas y al menos 20 heridas. La violencia en Medio Oriente no decae tras la elección de Ariel Sharon como Premier israelí, situación que podría entrampar aún más las ya estancadas negociaciones de paz.

14 de Febrero de 2001 | 12:03 | AFP
TEL AVIV.- Aún no eran las ocho de la mañana de este miércoles cuando un autobús rojo y blanco apareció a toda velocidad, embistiendo a unos treinta civiles y soldados israelíes que esperaban cerca de una parada de autobuses en el sur de Tel Aviv.

Al volante del vehículo de la compañía nacional Egged, Alá Jalil Abu Olba, de 35 años, aceleró. El autobús se subió a la acera y arremetió contra el grupo, causando la muerte a ocho personas e hiriendo por lo menos a otras veinte, antes de terminar su loca carrera pocos kilómetros después.

"El autobús iba muy rápido, la gente simplemente voló por los aires", declaró un testigo. "Llegué diez minutos después. He participado en muchas guerras, pero nunca había visto nada tan atroz", contó a la AFP otro testigo.

"Había sangre por todas partes. Vi hasta una cabeza sin cuerpo. Era algo insoportable", añadió.

Como de costumbre, judíos religiosos, benévolos, llegaron al lugar rápidamente para ayudar a recoger los cadáveres, con el fin de asegurarse de que todas las partes de los cuerpos serán sepultados, conforme a los mandamientos del judaísmo.

Una mujer hablaba del "olor a sangre", entre el ruido ensordecedor de las sirenas de policía y las ambulancias. Una joven militar gritaba por teléfono, llorando, que una de sus amigas se encontraba en estado grave en el hospital.

Algunas horas después del atentado quedaban pocos rastros del drama. Los cuerpos habían sido retirados, el lugar limpiado, la carretera nacional reabierta a la circulación. El vendedor de bebidas y bocadillos abrió de nuevo su kiosco, instalado al lado de la carretera, como si no hubiera pasado nada.

Testimonio mudo del horror: un enorme charco de sangre en la acera. Muchos de los curiosos desataban su ira y gritaban "muerte a los árabes". Un hombre enarbolaba una pancarta: "Sharon (el Primer Ministro electo israelí), cumple tus promesas, trae la seguridad".

Los ánimos se calientan: "Sharon es el único que podrá enfrentarse a ellos", dice un manifestante. "Hay que atrapar a todos los criminales de Oslo", dice otro, en referencia a los acuerdos firmados entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en 1993.

Myriam Efrar, de 49 años, vive en una de las casas blancas y modernas al otro lado de la carretera nacional. También cuenta con el nuevo Primer Ministro, líder del partido de la derecha nacionalista Likud, para lograr la seguridad.

"El dijo que mientras haya atentados, no habrá concesiones. Los palestinos quizás acaben comprendiendo y dejen de dispararnos", considera. Y sobre todo, asegura, "hay que encerrarles en los territorios, impedir que los palestinos vengan a Israel. Es la única solución".
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