SAO PAULO.- Un nuevo motín en una cárcel del estado de Sao Paulo y una amenaza de bomba en los alrededores del penal donde están los jefes de la inédita rebelión masiva del pasado domingo mantuvieron hoy la tensión en los presidios brasileños.
La nueva rebelión estalló en la Penitenciaría Uno de Pirajuí, en la que 800 presos se negaron a regresar a sus celdas, tomaron a ocho guardias como rehenes y se instalaron en un patio en el que tomaban sol por la tarde.
Las autoridades informaron que los rebelados no han presentado exigencias y aclararon que el penal donde se desarrollaba el nuevo motín no respaldó la rebelión del pasado domingo, desatada en forma simultánea en 29 prisiones de Sao Paulo con la participación de unos 16.000 detenidos que retuvieron a unas 7.000 personas como rehenes.
La dirección de prisiones de Sao Paulo reforzó la seguridad en los alrededores del complejo penal de Pirajuí, a unos 400 kilómetros al noroeste de la ciudad de Sao Paulo y formado por dos presidios, de los que uno se plegó a la revuelta masiva sofocada el pasado lunes, tras 24 horas de tensión.
Mientras las autoridades negociaban con los rebelados en Pirajuí, decenas de efectivos de la policía paulista se movilizaron en los alrededores del penal de Carandirú, ante una amenaza de bomba en una estación del metro vecina a la cárcel.
El acceso a la zona fue cerrado por la policía, que retiró un paquete "sospechoso", sin precisar si tenía explosivos o no.
El nuevo motín y la amenaza de bomba ocurrieron poco después de finalizar una minuciosa requisa en Carandirú, considerada la mayor cárcel de América Latina, con unos 10.000 reclusos, y "sede" del Primer Comando de la Capital, banda que promovió la revuelta del pasado domingo.
En la requisa, según fuentes oficiales, fueron encontradas seis armas de fuego, centenares de machetes, pequeñas cantidades de drogas y una pistola de plástico.
Parlamentarios que se reunieron hoy con jefes del Primer Comando de la Capital, a los que no identificaron, dijeron que la banda ratificó que tiene unos 8.000 miembros distribuidos en los penales del país y que amenazó con convocar nuevas protestas en los próximos días.
Según fuentes policiales, en el motín que estalló hoy en Pirajuí participan unos cien miembros del Primer Comando de la Capital, que exigieron que los jefes de la banda en esa cárcel sean agrupados en una misma celda.
La Secretaría de Seguridad Pública de Sao Paulo informó hoy de que en la rebelión del pasado domingo, la mayor ocurrida en el país, murieron 19 presos de distintas cárceles, incluido uno de Pirajuí, que fue decapitado por sus compañeros.
El poder demostrado por el Primer Comando de la Capital, al que la prensa también llama "partido del crimen", disparó las alarmas en el sistema penitenciario y el sindicato que agrupa a los guardias carcelarios anunció hoy que puede declarar una huelga esta misma semana para exigir mayor seguridad en su trabajo.
El presidente del Sindicato de Funcionarios de Prisiones, Nilson de Oliveira, dijo que lo incautado hoy por la Policía es apenas una parte del "arsenal" que esconden los presos, que incluye hasta armas automáticas y granadas, aseguró.
De Oliveira exigió la instalación de detectores de metales en las puertas de acceso a las prisiones y que también sean requisados los menores de trece años, abogados y jueces, hasta ahora exentos de esa obligación.
Según dijo De Oliveira a una radio local, la rebelión del pasado domingo fue apenas "un ensayo" del Primer Comando de la Capital, que "pretende organizar una rebelión mayor y más cruenta".
"Estamos avisando de que habrá un derramamiento de sangre y que muchos funcionarios morirán", declaró el presidente del sindicato de guardias, quien sostuvo que "las autoridades saben que todo (en las cárceles) está en manos del Primer Comando de la Capital".