MOSCÚ.- El presidente ruso, Vladímir Putin, impuso hoy por decreto el estricto cumplimiento por Rusia de las sanciones aprobadas en diciembre pasado por el Consejo de Seguridad de la ONU contra el régimen integrista afgano talibán.
El Kremlin ha difundido el decreto el día siguiente a la reanudación, por parte de los talibán, que controlan casi el 95 por ciento de Afganistán, de la destrucción de los monumentos budistas y de arte preislámico en la provincia de Bamián, actuación condenada mundialmente.
El decreto presidencial prohíbe a las instituciones oficiales y privadas, así como a particulares, vender armas, municiones, mercancías de doble uso (militar y civil) y repuestos para las mismas a territorios que se encuentran bajo control de los talibán.
También prohíbe el uso de aviones o barcos bajo bandera rusa para el traslado de tales cargamentos y la prestación de asistencia técnica militar y el adiestramiento por rusos de personal castrense del régimen gobernante afgano.
Otro punto del decreto establece como ilegal "la permanencia en Afganistán de todos los funcionarios oficiales (rusos), representantes, asesores y militares que fueron contratados para prestar asistencia al movimiento talibán en asuntos militares y de seguridad".
Ningún medio gubernamental ha explicado inmediatamente ese punto, que revela una actitud nunca admitida oficialmente, al igual que el siguiente, que prevé "cerrar" en todo el territorio ruso oficinas del movimiento talibán, cuya existencia se desconocía.
Putin dispuso cerrar la oficina de la compañía aérea afgana Ariana y "congelar las cuentas y activos" del multimillonario saudí Osama Ben Laden, refugiado en Afganistán al amparo de los talibán y considerado por Washington y Moscú "terrorista número uno".
Esta medida también afectará a las cuentas y activos de personas y organizaciones relacionadas con Ben Laden y los beneficios obtenidos mediante bienes que se hallan bajo su control directo o indirecto.
Por último, el decreto prohíbe entrar o cruzar el territorio ruso a "todos los altos funcionarios del movimiento talibán en rango de viceministro o superior", así como a altos mandos militares de las fuerzas integristas.
Al tiempo, autoriza la entrada en Rusia en el caso de misiones humanitarias admitidas internacionalmente, inclusive con fines religiosos de "peregrinación", si tales viajes sirven para negociar un arreglo pacífico del conflicto en Afganistán.