WASHINGTON.- El Presidente de EE.UU., George W. Bush, quiere acelerar la puesta en marcha del sistema de defensa antimisiles, de forma que una versión rudimentaria pueda estar desplegada para el 2004, se informó hoy.
Bush y su secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, creen que si instalan antes del final de su mandato un sistema antimisiles, aunque sea muy básico, demostrarán que EE.UU. está resuelto a llevar el proyecto a su final, señala el diario "The Washington Post".
Bush y Rumsfeld "han dejado muy claro que algún tipo de defensa antimisiles a corto plazo es mejor que nada", dijo al periódico una destacada fuente del Pentágono.
Con este fin, el Departamento de Defensa está presionando a las empresas encargadas del desarrollo del sistema, para que aceleren sus trabajos.
Boeing, el principal contratista, ha propuesto instalar cinco cohetes interceptores en Alaska para marzo de 2004 (el objetivo es instalar 100) y aumentar el número de ensayos anuales de cuatro a cinco.
Para ello también hace falta dinero, ya que cada ensayo cuesta entre 75 y 100 millones de dólares. El Pentágono tiene previsto asignar más fondos a este programa en el presupuesto para el año fiscal 2002, que comienza el próximo 1 de octubre.
La puesta en marcha del sistema de defensa antimisiles es uno de los principales asuntos que discutirá Bush la próxima semana durante su primera gira por Europa, en la que se reunirá con los aliados europeos de Washington y con el presidente ruso, Vladimir Putin.
Muchos de los aliados europeos de EE.UU. son muy escépticos acerca de la necesidad de poner en marcha el sistema, y también acerca de las consecuencias en el escenario estratégico, sobre todo el tratado ABM que limita las defensas antimisiles de Washington y Moscú.
Rusia y China han mostrado una oposición firme, aunque Estados Unidos confía en convencer a Moscú con la oferta de reducir drásticamente el tamaño de los arsenales nucleares, algo que interesa mucho al gobierno ruso.
A pesar de que no ha atado todos los cabos en el plano internacional, Washington está convencido de que sus opciones diplomáticas mejorarán si demuestra que la puesta en marcha es inevitable y que los demás países tendrán que asumirlo.