RAMAT HASHOFET.- "Uno para todos y todos para uno" dejó de ser el grito de unión de los integrantes de los kibutz, las comunidades rurales que nacieron en Israel a principios del siglo pasado y que tuvieron su apogeo en los años posteriores a la creación del Estado en 1948, como un modelo de vida comunitario definido como "socialista democrático".
El sueño de sociedad igualitaria, diseñada para vivir en grandes terrenos rurales, compartiendo las labores de la tierra y las ganancias recibidas, quedó en el olvido en pleno siglo XXI gracias a los cambios que se han dado a nivel cultural y social, y hoy es posible encontrar kibutz que se han industrializado a tal punto que incluso exportan sus productos al extranjero.
Actualmente en Israel el 3% de la población comparte este sistema de vida, repartidos en un poco más de 270 kibutz ubicados en todo el territorio y agrupados en un movimiento único, que logró que los tres grupos que existían hasta hace unos años, identificados dos de ellos con el partido Laborista israelí y el tercero con los sectores de judíos más religiosos, formaran un solo conglomerado.
Los inicios
Kibutz en hebreo significa "grupo". Así se bautizó a este fenómeno social que comenzó cerca de 1905, cuando jóvenes provenientes de Europa oriental decidieron emanciparse influidos por los movimientos comunistas y socialistas que se empezaban a sentir en esos años, y emigraron a Palestina, lo que hoy es Israel, con el ideal de fundar una sociedad nueva basada en la igualdad del hombre.
Con mucho esfuerzo se instalaron en carpas y poco a poco fueron construyendo sus casas y mejorando sustancialmente sus condiciones de vida, dedicados en un principio netamente a la agricultura.
Con los años se comenzó a ocupar la técnica en las labores agrícolas, que redundó en la menor utilización de la mano de obra. Los habitantes del kibutz decidieron entonces incursionar, no sin miedo, en la industria, la que también se fue tecnificando y no alcanzó para darle trabajo a todos los miembros de la comunidad.
Actualmente estos servicios están dentro de las actividades productivas, lo que implica que hay algunos que se dedican a la hotelería, los restaurantes, jardines infantiles y educación, entre otras cosas. Así, en el nuevo siglo, sólo el 3% de la población de un kibutz se dedica a la tierra.
Casa de los niños
Más allá de las actividades productivas, en la crianza de los niños los Kibutz también fueron innovadores, ya que los pequeños no compartían las viviendas juntos a sus padres, sino que habitaban en la llamada "casa de los niños", donde algunos miembros y profesoras del Kibutz cuidaban a los menores en grandes casas donde vivían y dormían todos juntos como hermanos de una gran familia. Esto facilitaba que los padres pudieran trabajar sin tener la preocupación del cuidado de sus hijos. Eso sí, todos los días debían acudir en las tardes a compartir con sus niños. De esta forma les dedicaban unas tres horas efectivas al compartir y a conversar con ellos.
Con el tiempo esta idea de educación en comunidad comenzó a cambiar y las madres jóvenes quisieron tener a su lado a sus pequeños hijos, por lo que "la casa de los niños" comenzó a quedar vacía. Pero sin duda, un hecho que también incentivó este hecho fue la guerra del Golfo, porque se decía que Saddam Hussein, el Presidente iraquí, atacaría con bombas químicas a la población israelí, así que se decidió que los menores debían volver a la casa con sus padres.
Asambleas generales
En cuanto a las decisiones internas, éstas se toman, incluso en la actualidad, en las asambleas a las que tienen derecho a voz y voto todos los miembros del kibutz.
Existe además la comisión económica, formada por un grupo de personas que son elegidas para distribuir las ganancias. En un principio el fondo común de los dineros era mucho más grande y éste se distribuía por igual para todos los integrantes, con el objetivo de satisfacer todas sus necesidades básicas.
Incluso hasta los automóviles eran comunes.
Actualmente, los fondos particulares han pasado a ser más que el común, lo que trae como consecuencia las diferencias económicas entre algunas familias, que pueden comprar más cosas que otras que habitan en el mismo kibutz.
Otro cambio se observa en lo laboral. Hace unos años los miembros de estos grupos sólo podían trabajar en su interior, pero hoy esa obligación ha desaparecido en muchos de estos lugares, ya que el estudio hace posible que por ejemplo se titulen más médicos de los que son necesarios para una comunidad.
La colina del juez
En 1941 se creó el kibutz "Ramat Hashofet", que en hebreo significa "la colina del juez" y que debe su nombre al juez norteamericano que donó los fondos para la creación de este grupo, formado en esos años por 150 emigrantes europeos.
"Ellos formaron una sociedad igualitaria, cada cual tenía su trabajo y éstos eran rotativos. Los trabajos no lo elegía cada miembro del kibutz, sino que la asamblea. En los primeros años, incluso, la ropa era común", explica Hugo Gilad, director general de "Ramat Hashofet".
El integrante de este kibutz, ubicado al sur de la ciudad puerto de Haifa, afirma que esta sociedad comunitaria está sufriendo profundos cambios, ya que antes no se pagaban sueldos y actualmente en "Ramat Hashofet" existen más de 70 asalariados. Además de que cuentan con una gran empresa de policarbonato, que exporta material incluso a América Latina.
"Hay kibutz que decidieron pagar un salario diferenciado, otros decidieron tener un presupuesto diferenciado. Pero hay muchos que dicen que mientras la educación y la salud sea común, seguirá existiendo el kibutz", dice Gilad.
Y agrega que hasta ahora cada familia recibe un presupuesto diferenciado basado en tres características: si es casado, soltero, viudo o divorciado; la antiguedad en el kibutz; y la cantidad de hijos. Pero no importa la actividad que una persona realice al interior de la comunidad, ya que recibirá el mismo presupuesto que otro que trabaja en otras cosas, siempre que tenga las mismas características.
"Cuando se creó el kibutz gran parte del presupuesto era común para toda la comunidad. Ahora el dinero que le corresponde a cada uno se lo gasta en lo que quiere. Asimismo, antes se asignaba una cierta cantidad de shekel (moneda israelí) para comprar zapatos, que los comprabas al interior del kibutz, pero si te gastabas ese dinero, no podías gastar en zapatos lo que era para medias", afirma Gilad.
En este kibutz viven alrededor de 700 personas, entre los voluntarios que vienen a pasar una temporada de algunos meses para conocer esta experiencia comunitaria, los miembros plenos y los postulantes.
Cerca de 80 personas de "Ramat Hashofet" son mayores de 75 años, los que cuentan con una casa en la que los cuidan, un lugar para realizar algunos trabajos y 25 coches a batería para que se trasladen al interior de los jardines y callecitas del kibutz.
Para pertenecer a este lugar es necesario presentar una postulación que es analizada por los miembros de la comunidad en la asamblea general. Si es aceptada pasa por un período de prueba de dos años, en los que tiene los mismos beneficios que los miembros, pero no puede participar en las asambleas.
El ingreso a un kibutz no es hereditario, ya que el hijo de uno de sus miembros debe postular, generalmente luego de que termina su servicio militar.
Entre la juventud un 50% no vuelve a vivir en este sistema de vida.