MURMANSK.- Rusia entera cruza los dedos por el éxito de la operación al entrar hoy en su fase final los preparativos para reflotar el submarino nuclear "Kursk", hundido trágicamente en aguas árticas el 12 de agosto del 2000.
El mando naval ruso, que dirige unos trabajos que deben concluir el 20 de septiembre con el levantamiento del sumergible desde el fondo del Mar de Barents, informó hoy del comienzo de la "fase activa" del rescate.
En la víspera llegó a la zona del desastre, el mayor sufrido por la Armada rusa desde la Segunda Guerra Mundial, el buque "Mayo" con un equipo de 25 buzos rusos, noruegos y británicos, que será el gran protagonista de la operación para levantar el submarino, que yace a 108 metros de profundidad.
Los buzos rusos ya participaron en otoño pasado en el rescate de los únicos doce cuerpos recuperados de los 118 marinos que componían la dotación del submarino, el más moderno con que contaba la Armada de Rusia.
El capitán de fragata Igor Babenko, portavoz de Flota del Norte, a la que estaba adscrito el "Kursk", anunció que las inmersiones de los submarinistas comenzarán el próximo miércoles, aunque estaban previstas para hoy.
Babenko señaló que se estudia detenidamente la información recogida por un submarino robot, que ayer y hoy grabó imágenes del submarino hundido y tomó pruebas de agua.
"Los niveles de radiactividad en la zona del hundimiento se encuentran dentro de los márgenes normales", dijo Babenko, quien añadió que las condiciones del tiempo en el mar de Barents son propicias para los trabajos de rescate.
Los últimos informes meteorológicos señalaban que la visibilidad en el mar de Barents era de 10 kilómetros, con viento suave de componente sur de 15 kilómetros por hora.
Los buzos tendrán que reconocer primero el entorno del submarino, para comprobar si el casco se ha hundido mucho en el fango del fondo del mar, operación que grabarán con cámaras de televisión.
Después empezarán a limpiar los costados y fondo del casco para la segunda tarea de rescate, antes de empezar a preparar el gigante de 154 metros para reflotarlo.
Los buzos cortarán la parte más dañada del buque -la proa, donde permanecen los misiles que no estallaron en el accidente y de los que estaba dotado el "Kursk"- por medio de un cable accionado por sistemas hidráulicos que hará las funciones de una sierra.
Simultáneamente se taladrará una serie de agujeros en la parte superior del casco, a los que se fijarán los cables que permitirán levantar el submarino con ayuda de una veintena de bombas hidráulicas instaladas en una barcaza gigantesca.
La compañía holandesa Mammoet, contratada por Moscú para llevar a cabo el rescate, reconoció que tiene un "plan de reserva" ante cualquier imprevisto con los torpedos que pueden quedar en el sumergible o con sus dos reactores nucleares.
Organizaciones ecologistas dentro y fuera de Rusia han denunciado el peligro que puede suponer la separación de la proa del submarino por los torpedos sin detonar que quedan entre el amasijo de hierros en que se convirtió la nariz del "Kursk".
Los especialistas de Mammoet confían en que la operación concluirá antes del 20 de septiembre.
Esta noche, cerca de 160 periodistas rusos y extranjeros tenían previsto zarpar a bordo del barco "Klavdia Yelanskaya" hacia el lugar donde yace el submarino nuclear.
Tras diez horas de travesía, el "Klavdia Yelanskaya" llegará a la zona del desastre, donde permanecerá solo un par de horas, tiempo en que los informadores podrán presenciar los preparativos de los trabajos de rescate.