BUENOS AIRES.- Parecía exitoso el jueves en la mañana el paro general convocado por las tres centrales sindicales contra el recorte salarial dispuesto por el gobierno del Presidente Fernando de la Rúa.
El gobierno, en una medida que provocó fuerte reacción adversa en los medios sindicales y políticos, puso en marcha un plan de austeridad basado en una reducción temporaria de salarios para empleados públicos y jubilados.
La huelga se hizo sentir particularmente gracias a la adhesión de los servicios del transporte. El servicio de buses estaba casi totalmente paralizado y solamente había servicios de emergencia en las líneas ferroviarias.
Los subterráneos de esta capital circulaban muy esporádicamente y casi todos los vuelos internos fueron cancelados.
En cambio era casi normal el funcionamiento de taxis.
Buena parte de la industria estaba paralizada, pero muchos comercios en la capital y en el interior sí abrieron. Muchos maestros y profesores y empleados del Poder Judicial no fueron a sus trabajos.
Los bancos funcionaban con una dotación reducida, al igual que las oficinas gubernamentales.
En las afueras de esta capital y en la ciudad de Mar del Plata, a 400 kilómetros al sur, hubo atentados contra buses cuyos conductores intentaron salir a trabajar.
El gobierno de la ciudad de Buenos Aires autorizó el jueves el libre estacionamiento de automóviles particulares en el centro de la ciudad, habitualmente vedado. Ello provocó un gran congestionamiento de vehículos en los accesos a la zona céntrica.