JERUSALEN.- El conflicto israelo-palestino, que se halla en su undécimo mes, franqueó una nueva etapa este lunes con la eliminación, por parte de Israel, del dirigente palestino Abu Alí Mustafá, jefe del Frente Popular de Liberación de Palestina (FPLP).
Es la primera vez que Israel ataca a un dirigente palestino de este nivel, ya que el FPLP es uno de los tres integrantes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) del presidente Yasser Arafat.
Abu Alí Mustafá murió en Ramalá (Cisjordania) al ser alcanzado por los misiles israelíes que penetraron por la ventana de su oficina.
El ejército israelí, que se atribuyó inmediatamente la responsabilidad de la operación, la justificó acusando al jefe del FPLP de una serie de atentados perpetrados en territorio israelí.
El conflicto israelo-palestino ya había experimentado una escalada desde el punto de vista de las armas utilizadas: desde la piedra al mortero de gran calibre, pasando por la botella incendiaria y las armas automáticas, en el caso de los palestinos; desde las armas ligeras a los cazabombarderos F-16, pasando por las ametralladoras pesadas, los tanques, los misiles antitanque de largo alcance y los helicópteros de combate, en el caso de los israelíes.
El recurso a cazas F-16 sorprendió al mundo el pasado 18 de mayo, cuando fueron empleados por primera vez en los territorios palestinos desde la guerra árabe-israelí de junio de 1967, pero hoy en día forman parte del arsenal israelí.
Estos aviones fueron utilizados el domingo en la Franja de Gaza y en el norte de Cisjordania, en represalia a dos ataques palestinos, entre ellos la espectacular operación de comando contra una posición militar en el sur de la Franja de Gaza, que causó tres muertos y siete heridos entre los soldados israelíes.
Por su audacia, este ataque palestino supuso un duro revés a la imagen del ejército israelí.
Y sin duda para intentar borrar su huella, Israel decidió golpear el lunes a un nivel tan elevado.
Aunque el ataque del lunes constituye una primicia por la importancia de su objetivo, recuerda por su estilo la ofensiva lanzada el 31 de julio en Naplusa (Cisjordania) contra dos dirigentes del movimiento radical palestino Hamas, Jamal Mansur y Jamal Salim.
Entonces, los helicópteros israelíes dispararon sus misiles a través de la ventana de la oficina donde estaban reunidos activistas del movimiento y mataron a seis de ellos y a dos niños que pasaban por el lugar.
La política israelí de eliminación de activistas palestinos acusados de "terrorismo" fue unánimemente denunciada a nivel internacional, incluso por Estados Unidos, principal aliado del Estado hebreo.
El asesinato de esos dos responsables políticos del Hamas fue denunciado por los dirigentes palestinos que afirmaron que Israel había franqueado de esa forma una "línea roja".
Los palestinos volvieron a utilizar esta expresión el lunes. Israel "franqueó todas las líneas rojas", declaró el consejero de Arafat, Nabil Abú Rudeina.
"Es un crimen de Israel que explota el silencio de Estados Unidos y las declaraciones irresponsables de los estadounidenses", añadió.
Tanto para los palestinos como para el mundo árabe, las recientes declaraciones del Presidente de Estados Unidos, George W. Bush, que reprochó a Arafat no hacer suficientes esfuerzos para reducir la violencia, fueron interpretados por Israel como una "luz verde" para proseguir su ofensiva.
Pero después de once meses de sangrientos enfrentamientos y la ausencia de toda perspectiva de solución a la crisis, la escalada también es verbal.
El ministro israeí de Defensa, Binyamin Ben Eliezer, tachó a Arafat de "enemigo salvaje", un calificativo que hasta ahora sólo utilizaba el Primer Ministro israelí, Ariel Sharon, para quien Arafat es un "asesino" y un "mentiroso patológico".