YEREVAN, Armenia.- El papa Juan Pablo II rindió tributo el miércoles a los muchos armenios que perecieron bajo el yugo otomano, en lo que fue uno de los capiítulos más dolorosos en la historia del país.
"Estamos consternados por la terrible violencia sufrida por el pueblo armenio y desalentados porque el mundo vive aún tales inhumanidades", dijo el Papa durante una oración en el monumento Tsitsernagaberd situado en una colina que domina la capital armenia.
Lo acompañaban el líder de la Iglesia Apostólica Armenia, Catolicos Karekin II, y un grupo de sacerdotes.
La edificación conmemora a cerca de 1,5 millones de personas que según Armenia fueron víctimas del genocidio entre 1915 y 1923 en la campaña para expulsarlos del este de Turquía. Turquía dice que la cifra de muertes es exagerada y que los armenios murieron o fueron desplazados mientras el imperio otomano trataba de poner fin a la agitación civil.
Turquía ha protestado porque algunos países reconocen las muertes como un genocidio, y se considera que la visita al monumento es parte de los esfuerzos del Papa por promover la armonía y la paz.
El pontífice ya había calificado lo ocurrido como genocidio, pero no había señalado a nadie como responsable. El miércoles, delicadamente dio un rodeo al tema cuando hizo su oración en inglés.
"Escucha, Oh Señor, el lamento que surge de este lugar, el llamado de los muertos desde las profundidades del Metz Yeghern", dijo, usando el término "Yeghern" que significa tanto "genocidio" como "crimen" en armenio.
"Para las personas de habla inglesa, la palabra "genocidio" habría sido más explícita", dijo el sacerdote Jirair Sogomian de la Iglesia Evangélica Armenia en Paramus, Nueva Jersey, quien estuvo en la audiencia.
Por la tarde, el pontífice visitará un sitio que simboliza la esperanza de los armenios en la recuperación de su economía durante la primera década tras su independencia de la ex Unión Soviética, la nueva catedral de San Gregorio el Iluminador, en el centro de Yerevan.
El viaje de tres días del Papa a Armenia, tras su visita a Kazajistán, pone a prueba su frágil salud. Juan Pablo tiene 81 años.
El jueves, durante un servicio en la principal catedral armenia, en Echmiadzin, la mano del Papa temblaba y sus ayudantes se acercaron para ayudarlo cuando estaba en la mitad de su discurso. Uno de los sacerdotes terminó de leer el texto preparado por Juan Pablo II.
Más tarde, el pontífice se recuperó, incluso levantó su báculo para saludar.