VARSOVIA.- La fábrica polaca de máscaras antigás "Maskpol" de Konieczki, en la provincia de Czestochowa, trabaja a tres turnos, pero no puede satisfacer todos los pedidos que recibe desde el inicio de los ataques de Estados Unidos contra territorio afgano.
"Nos llegan pedidos principalmente de Estados Unidos y rebasan con creces la capacidad de producción que tiene nuestra planta", informó hoy, jueves, el presidente de "Maskpol", Krzysztof Dedek.
"Recibimos también muchos pedidos de otros numerosos países europeos y de Israel, pero no estamos en condiciones de cumplirlos", señaló el presidente.
La demanda de máscaras se debe al temor de la gente a posibles ataques terroristas con armas químicas y bacteriológicas, sobre todo con gases tóxicos.
"Nuestra oferta es muy amplia porque comprende máscaras que protegen del humo, las partículas de polvo y los vapores de disolventes, los pesticidas, el amoniaco y el bióxido de azufre, los vapores de mercurio y el monóxido de nitrógeno", dijo Dedek.
"Tenemos algunos modelos que no impiden beber líquidos ni fumar cigarrillos, y otros que pueden ser utilizados sin problemas por los niños", indicó el presidente de "Maskpol".
Los modelos de máscaras más demandados actualmente son los que protegen de los gases en general, porque también son eficaces ante una contaminación biológica de la atmósfera.
Muy requeridas son también las máscaras que protegen del cloro, el amoniaco y sus combinaciones, y de los gases de combate como el fosgeno y el gas mostaza.
Las máscaras polacas, según el modelo y su objetivo, cuestan entre 40 y 150 dólares.