PODGORICA, Yugoslavia.- El general jubilado Pavle Strugar, de 68 años, abordó voluntariamente hoy domingo el avión que le trasladará a La Haya para presentarse ante el Tribunal Penal Internacional para Yugoslavia (TPIY) que le reclama por crímenes de guerra.
Se trata del primer militar yugoslavo en poder del TPIY, donde ya está desde el 28 de junio pasado el ex presidente Slobodan Milosevic.
Strugar y otros tres oficiales son acusados de crímenes de guerra -violación de la Convención de Ginebra y de los usos de guerra- cometidos de octubre a diciembre de 1991 en la zona de Dubrovnik,.
Se imputa a las tropas centralistas bajo el mando de Strugar el asesinato de 43 civiles en los ataques contra la amurallada ciudad portuaria croata de Dubrovnik, con destrucción de monumentos históricos y saqueos durante la guerra de secesión de 1991.
El sitio y bombardeo de Dubrovnik fue condenado por la UNESCO, protectora de su ciudadela medieval, Ragusa. Los jueces de La Haya prometieron que el general, enfermo crónico de los riñones, será debidamente atendido en la clínica dependiente de la prisión de Scheveningen, en La Haya.
"Voy a La Haya convencido de que probaré mi inocencia. Siempre serví con dignidad y humanidad a aquel Estado que iba desde el Triglav hasta Djevdjelija", ha declarado el acusado en el aeropuerto de Podgorica.
Se refería el general a las fronteras de aquella Yugoslavia comunista que iba desde el pico Trigalv, en la República de Eslovenia (hoy independiente) hasta la frontera con Grecia en Djevdjelija, por la Macedonia eslava (también independiente hoy en día).
Strugar se ha desplazado acompañado de su hijo en el pequeño avión puesto a su servicio por una empresa privada montenegrina y ha parecido vivamente emocionado a los periodistas, cuya mayoría no ha podido acercársele por motivos de seguridad.
La República Federal de Yugoslavia sucede a la Yugoslavia comunista de 23 millones de habitantes y 6 repúblicas, y está formada sólo por Serbia, de 10 millones de habitantes -dos de ellos albaneses bajo protectorado de la ONU en Kosovo- y por Montenegro, de 670.000 habitantes y fuertes tendencias secesionistas.
Strugar es de Montenegro y ya el primer ministro autonómico de esta república yugoslava, el secesionista Filip Vujanovic, le ofreció todo el apoyo posible para que se le permita defenderse en régimen de libertad.
Strugar ha sido acusado en esta última tanda de incriminaciones del Tribunal de La Haya junto a otros tres oficiales de aquella desaparecida Yugoslavia, los contraalmirantes Miodrag Jokic y Milan Zec, y el capitán Vladimir Kovacevic.
Hay otros tres oficiales de aquella Yugoslavia buscados por el TPIY en anteriores acusaciones, por supuestos crímenes cometidos en Croacia, uno de ellos, el coronel Veselin Sljivancanin, es también montenegrino.
El general Nedeljko Boskovic, que en 1991 era jefe de seguridad en el Estado Mayor federal ha declarado que Strugar no tuvo otro remedio que aceptar el mando de Dubrovnik si no quería ser acusado de desacato en tiempos de guerra contra "los separatistas croatas".
Miles de voluntarios de Montenegro asolaron durante el otoño de 1991 Dubrovnik y su comarca, limítrofes con Montenegro, saqueando las casas abandonadas y dejando las tiendas libres de impuestos del aeropuerto de Cilipi "sin una botella", según las crónicas de la época.
"Nunca Strugar habría permitido comportamientos deshonrosos en un combate contra cualquiera que fuera, por eso me pregunto si sabía lo que hacían en aquel campo de batalla (los voluntarios)", declaró Kovacevic.
Este general no sale tan claramente en defensa de la integridad de los dos contraalmirantes encartados, Zec y Djokic, este último miembro del partido Nueva Democracia (ND) de hombres de negocios serbios, presidido por el ministro del Interior de Serbia, Dusan Mihajlovic.
"Me consta que Strugar tenía objeciones contra la actuación de Jokic y Zec porque él mismo me dijo que había pedido por teléfono al Estado Mayor el traslado de ambos y que no se explicaba por qué no le respondieron", comenta Kovacevic.
Tanto independentistas croatas como centralistas serbios, enemigos enconados en la guerra croata de secesión, ven en el TPIY un instrumento occidental de presión y control en los Balcanes, aunque los croatas asienten en que Dubrovnik y Vukovar fueron crímenes yugoslavos notables.
Un capitán croata comentaba recientemente a EFE en privado que se podía entender profesionalmente "el injustificable y bárbaro asedio" y destrucción total de Vukovar, pero no lo que se hizo en Drubovnik.
El 38 por ciento de la población de Vukovar eran serbios opuestos a la independencia croata y se trataba allí del control del Danubio, río internacional navegable.
La ciudad medieval amurallada de Dubrovnik no sufrió mucho del asedio pero sí el ensanche y el puerto nuevo de la zona de Grus, donde todo el mundo odia ahora a los montenegrinos, a pesar de que su presidente autonómico, Milo Djukanovic, pidió perdón a los croatas.