WASHINGTON.- Puede que las personas en Estados Unidos estén sufriendo de ansiedad por el ántrax, pero quienes deseen causar grandes estragos biológicos poseen una amplia gama de otros agentes más temibles para elegir, dijeron este lunes algunos expertos en la materia.
Por ejemplo, la viruela es muy contagiosa y una enfermedad particularmente horrible, la toxina botulínica podría introducirse en las reservas de agua y paralizar a miles de personas y las pestes se diseminan con facilidad y evocan recuerdos desagradables de las epidemias medievales.
Los expertos en bioterrorismo y guerra biológica han venido advirtiendo constante y enérgicamente durante tres años acerca del riesgo de un ataque con gérmenes y, finalmente, han comenzado a recibir fondos para aumentar las dosis disponibles de vacunas, para almacenar antibióticos y para explorar diferentes tratamientos para las fiebres hemorrágicas mortales.
Los expertos han compuesto una lista "A" de gérmenes que se pueden usar en un ataque biológico, encabezados por el ántrax.
Los militares y los expertos en bioterrorismo consideran al ántrax como el arma predilecta porque es mortal cuando se inhala y puede ocasionar hasta un 90 por ciento de mortalidad entre la población.
El ántrax es relativamente fácil de conseguir, las esporas son estables y se pueden dispersar mediante cartas e incluso bombas Además, los síntomas parecen inofensivos al principio y luego ya es demasiado tarde para tratar la enfermedad.
Pero la bacteria del ántrax no es fácil de procesar, la enfermedad es fácil de tratar con antibióticos y no es contagiosa de persona a persona.
El caso de la Viruela
Muchas otras enfermedades, sin embargo, sí son muy contagiosas, entre ellas la viruela. Un programa de vacunación mundial la erradicó en 1977, pero el virus que causa la viruela está considerado como una eficaz arma de la guerra biológica porque mata al 30 por ciento de sus víctimas, quizás con un índice de mortalidad superior cuando se inhala.
Las personas que nacieron antes de 1972 están vacunadas generalmente, pero la inmunidad probablemente ya no tiene efecto en la mayoría de ellas.
"Aunque la viruela ha sido considerada desde hace mucho tiempo como la más devastadora de todas las enfermedades infecciosas, su poder de devastación hoy día es incluso mayor que en épocas anteriores", dijo el Grupo para la Biodefensa Civil, compuesto por 25 médicos e investigadores que han estudiado todo lo concerniente a la guerra biológica durante años, en un informe publicado en una edición del "Journal of the American Medical Association".
Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), afirmaron poseer 15 millones de dosis de vacuna antivariólica, pero algunos expertos dicen que la verdadera cantidad podría ser casi la mitad, ya que la vacuna se puede haberse degradado con el tiempo de almacenamiento.
Se están realizando pruebas para observar si las vacunas existentes se pueden ampliar diluyendo la dosis. También se ha comenzado a trabajar en una nueva vacuna. El gobierno de Estados Unidos manifestó que espera almacenar unos 300 millones de dosis por si se necesitan en un futuro.
Si se administra la vacuna a una persona al poco tiempo de la infección, se puede prevenir que el paciente muera de la enfermedad.
La peste no es una amenaza del pasado
La peste es otra enfermedad infecciosa sobre la que los expertos en bioterrorismo han advertido. Infecta entre 1.000 y 3.000 personas en todo el mundo anualmente, incluidas algunas víctimas en Estados Unidos. También se presenta en una forma más peligrosa, por inhalación, llamada peste neumónica.
Las pulgas en los roedores diseminan esta enfermedad que es causada por la bacteria "Yersinia pestis".
Los primeros signos de una peste neumónica son fiebre, dolor de cabeza y tos sanguinolenta. Si no se trata, la neumonía puede ser mortal, pero varios antibióticos, como la estreptomicina y la tetraciclina, pueden detener la infección.
Al igual que la viruela, la peste puede contagiarse de persona a persona a través de gotitas de saliva infectadas.
La tularemia, a veces llamada fiebre de los conejos, es otra enfermedad animal que, de forma ocasional, infecta a las personas en todo el mundo. Los síntomas comienzan entre uno y 10 días después de la exposición, con fiebre alta y quizás una ampolla si la infección ha penetrado a través de la piel.
Expertos afirman que la bacteria de la tularemia se podría diseminar por medio de una explosión o quizás con medio similar a una avioneta de fumigación. Esta enfermedad puede ser mortal, pero existen antibióticos para tratar la tularemia.
A continuación están las fiebres hemorrágicas, como la que produce el virus del ébola, la fiebre hemorrágica argentina, la fiebre Lassa, la fiebre del Valle del Rift, la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo y las encefalitis transmitidas por las garrapatas, todas causadas por virus.
Virus letales
Los pacientes pueden presentar hemorragias bajo la piel, por la boca, los ojos y los oídos, y pueden fallecer como consecuencia de un estado de choque.
Con la excepción de la fiebre amarilla y la fiebre hemorrágica argentina, no se han desarrollado vacunas contra ninguno de los virus, que son contagiosos y pueden diseminarse por medio de las picaduras de los insectos.
La toxina botulínica, liberada por la bacteria "Clostridium Botulinum", es quizás mejor conocida en la actualidad por el uso que de ella hacen los cirujanos plásticos, que inyectan cantidades diminutas para congelar los músculos de la cara y reducir algunas arrugas faciales.
Pero el botulismo es también una forma de envenenamiento alimentario, causando parálisis grave y muerte. Los síntomas comienzan de seis horas a dos semanas después de la ingestión, e incluyen visión doble o borrosa, caída de los párpados, habla arrastrada y debilidad muscular que desciende desde los hombros hasta las piernas.
"La toxina botulínica supone una mayor amenaza como arma biológica debido a su extrema potencia y mortalidad, la facilidad con que se puede producir, transportar y usar inadecuadamente. Hay necesidad de que las personas afectadas permanezcan por largo tiempo en cuidados intensivos", dijo el Grupo para la Biodefensa Civil.
"La toxina botulínica es la sustancia más venenosa conocida hasta hoy. Un sólo gramo de la toxina cristalina, uniformemente dispersado e inhalado, mataría a más de un millón de personas, aunque factores técnicos harían difícil esa diseminación", añadió.
El botulismo no es contagioso de persona a persona y los CDC poseen algunas antitoxinas para su tratamiento.