JERUSALEN.- Los "planes de paz" comienzan a proliferar a pesar de la persistente violencia entre israelíes y palestinos, que se cobró hoy jueves la vida de un suicida islámico, y de la deslegitimación del presidente de la ANP, Yaser Arafat.
Se menciona la existencia de "planes" de Estados Unidos y Arabia Saudí, de la Unión Europea (UE) y el que mañana viernes tienen previsto debatir el primer ministro israelí derechista, Ariel Sharón, y su encargado de Asuntos Exteriores, el laborista Simón Peres.
El suicida, activista del Movimiento de la Resistencia Islámica (HAMAS), según fuentes palestinas, activó una carga explosiva al sorprendido por efectivos de la policía israelí de fronteras en la aldea cisjordana de Baka el-Sharkíe, del distrito de Tulkarem.
Dos de los policías, que habían impuesto el estado de sitio para buscarlo debido a noticias de que se proponía lanzar un ataque en el norte de este país, resultaron heridos, uno de ellos de gravedad, se informó.
Otro palestino, de 57 años de edad, falleció hoy en un hospital de Gaza a causa de las heridas que sufrió ayer miércoles en un choque armado entre soldados israelíes e independentistas de esa zona.
Las iniciativas de paz, que comenzaron a trascender cuando el alzamiento palestinos (intifada) lleva catorce meses y se ha cobrado la vida de más de 700 palestinos y de alrededor de 200 israelíes, coinciden todas, incluso la de Peres y Sharón, en la necesidad de establecer un Estado palestino independiente; las divergencias previsibles se refieren, entre otras, a cuáles serán sus fronteras.
De momento, los planes están en sombras o en ciernes aún; lo que se sabe de ellos es lo que ha trascendido a la prensa.
Otra incógnita, al menos en medios del Gobierno israelí, en los del Parlamento (Kneset) y en sus organismos de seguridad, es Arafat, el septuagenario e histórico líder del pueblo palestino.
En los medios políticos y militares de Israel se responsabiliza a Arafat por la continuación de la "intifada" como parte de una "estrategia destinada a cobrarse réditos políticos y concesiones de Israel" en los territorios ocupados de Cisjordania y Gaza, donde todos los planes de paz en ciernes prevén el Estado palestino.
Según el ministro israelí de Defensa, Benjamín Ben Eliezer, "la gran mayoría entre los dirigentes del primer nivel en el entorno de Arafat están en contra de esa política" porque -agregó- "afirman que está llevando al pueblo palestino a una desgracia".
La primera condición en el plan que pergeñan Sharón y Peres es el de que no negociarán la paz a menos que cese el levantamiento contra la ocupación y los asentamientos judíos en Cisjordania y Gaza, a lo que se oponen los opositores de Arafat, como HAMAS, la Yihad Islámica y el Frente Popular para la Liberación de Palestina (ANP).
El jefe del Servicio de Informaciones de las Fuerzas Armadas, general Amos Malka, ha comunicado al subsecretario de Defensa de Estados Unidos, Richard Hermitage, que los coroneles Yibril Rayub y Mohamed Dajlán, a cargo de los servicios secretos de la ANP en Gaza y Cisjordabia, aconsejan precisamente a Arafat neutralizar a las facciones armadas, entre las que están sus principales opositores.
Según fuentes israelíes del dispositivo de seguridad -que de hecho pasa por alto a Arafat y negocia con "jefes policiales locales" en Cisjordania- Rayub y Dajlán le aconsejan neutralizar primero a la milicia (tanzim) de Al Fatah, luego a los brazos armados del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) y de la Yihad Islámica, y finalmente al de HAMAS, el más popular.
"La legitimidad del Gobierno de Arafat, acusado de concentrar en sus manos todas las riendas del poder, de corrupción administrativa y de ineficaz al momento de servir a la población en las zonas autónomas, es cuestionada hoy por la mayoría del pueblo, afirmó esta semana el catedrático Jalil Shikaki, de la Universidad de Columbia,
El principal problema de Israel con los palestinos, según expresó Peres anoche en París, es el de la credibilidad, que se manifiesta en la discrepancia entre "lo que declara Arafat y lo que hace".
Shikaki también atribuye la pérdida de apoyo al presidente palestino -elegido por abrumadora mayoría en 1995- al fracaso del proceso de paz, sumido hoy en su más prolongada y sangrienta crisis.