TANJI POLIJAI, Afganistán.- Los restos de las fuerzas talibanes del este de Afganistán siguen deponiendo sus armas, pero dejan atrás a grupos afines que recurren al bandidaje.
Con los brazos extendidos y sujetando sus armas, un grupo de talibanes de la provincia de Nangharhar se rindió a las tropas de la Alianza del Norte que vigilan el acceso a Kabul por la carretera del este, en la que el pasado lunes cuatro periodistas encontraron la muerte, incluido el español Julio Fuentes, del diario "El Mundo".
El grupo de veinte talibanes, mandado por Sami Urdu, se entregó en el puesto de Tanji Polijai, a unos 15 kilómetros de Kabul y situado al final de la garganta por la que transcurre el tramo final de la infernal carretera que conduce a la ciudad de Jalalabad.
Al descender de los cuatro vehículos todoterreno, los talibanes fueron rodeados por los soldados de la Alianza del Norte, que de inmediato les ordenaron poner sus armas sobre el suelo, un total de veinte fusiles "Kalashnikov" y tres lanzagranadas.
"No queremos luchar más, queremos paz", dijo a EFE Sami Urdu, de 26 años y jefe de ese pelotón de talibanes que llevaba algo más de una semana escondido en las escarpadas montañas de la provincia de Nangarhar.
Una vez entregadas las armas, y apuntadas sus características en una libreta, los soldados de la Alianza del Norte subieron a los talibanes en vehículos militares que partieron en dirección a Kabul, aparentemente al Ministerio del Interior.
"Los talibanes no se rinden porque quieran paz, sino porque han sido derrotados por los bombardeos", señaló Abi Brahman, jefe del puesto de Tanji Polijai.
El aspecto de aquellos talibanes, con cargadores en el pecho y turbantes de color oscuro en torno a la cabeza, y salvo por esta ultima prenda, no era muy diferente al de los soldados de la Alianza del Norte destacados en Tanji Polijai.
Muy diferente en cambio era el aspecto de Sami Urdu, el jefe de aquel grupo de talibanes, un joven de tez blanca, con poca barba, vestido con una larga blusa azul pálido y que se tapaba la cabeza con un turbante de color blanco.
"Nosotros no hemos sido, fueron los árabes quienes los mataron", respondió Urdu con voz segura al ser preguntado si su grupo fue el que mató a los cuatro periodistas.
La mayor parte de las fuerzas talibanes abandonaron la capital afgana el pasado lunes, y dos días después dejaron Jalalabad, bien para huir hacia el sur del país o refugiarse en las montañas.
"Todavía hay algunos grupos de talibanes y de voluntarios árabes en las montañas, sobre todo en el primer tramo de la carretera entre Jalalabad y Sarobi", indicó a EFE el comandante Sayed Mahmud Ameri, al mando de los 450 soldados de la Alianza del Norte que vigilan la entrada en Kabul por la carretera del este.
El pueblo de Sarobi, donde la Alianza del Norte tiene acantonados unos 300 hombres, se encuentra a unos 40 kilómetros de Kabul, y es paso obligatorio de los vehículos que se dirigen a Jalalabad o intentan alcanzar la frontera paquistaní.
Por Tanji Polijai el paso de vehículos que van en una y otra dirección es escaso, y en su mayor parte son camiones cargados con mercancías y furgonetas en las que a bordo van afganos que buscaron refugio temporal en la vecina Pakistán.
A pesar de que el Gobierno afgano recomendó a los periodistas que viajen acompañados de escoltas armados, varios coches con informadores desprotegidos cruzaron hoy, miércoles, el puesto de Tanji Polijai procedentes de la ciudad de Jalalabad.
"Desconocemos la cifra de talibanes y árabes que siguen en esa zona, pueden ser unos cuantos cientos, que atacan y luego se esconden durante unos días", explicó el comandante Ameri.