NUEVA YORK.- Casi al unísono, expertos y analistas económicos reaccionaron con sorpresa y desagrado ante la distancia que resolvió guardar la Administración Bush frente a la grave crisis político, económica y social de la Argentina.
Además, los expertos coincidieron en que a corto plazo no se iban a dar medidas de respaldo a la economía argentina, porque el escenario iba a estar dominado por la observación, la cautela y la espera, según las palabras claves de Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Por consiguiente, según sostuvo hoy el diario hispano La Opinión, de Los Angeles, el FMI y Estados Unidos, principal socio del FMI, decidieron guardar una prudente distancia ante los sucesos en el país sudamericano.
Aun cuando se restablezca paulatinamente el orden en Argentina, no será hasta cuando ese país sudamericano esté en mejor situación social y económica que Estados Unidos y el FMI consideren ayudarlo, coincidieron expertos en política internacional.
Jonathan Aronson, profesor de relaciones internacionales de la Universidad del Sur de California (USC), dijo que la crisis en ese país sucedió tan rápidamente, que Washington está tomando sus precauciones antes de decidir cómo ayudará a ese país. ’’Está esperando a que se restablezca el orden constitucional para asegurarse de que no va a perder lo que preste’’, destacó.
John Odell, también profesor de relaciones internacionales de USC, dijo que Washington no percibe una solución al problema económico en Argentina, lo mismo que el FMI.
’’Ambos (Estados Unidos y el Fondo) quieren lo mismo: una solución permanente [como condición] para prestar ayuda’’, sostuvo.
Lo grave de la situación, dijo, es que el nivel de deuda del gobierno argentino es enorme y las consecuencias de una severa política fiscal fueron catastróficas.
’’La crisis fue el resultado de una combinación de (medidas) políticas: entre ellas la paridad del peso con el dólar y también la decisión de aumentar tanto el déficit fiscal’’, explicó Odell.
El analista descartó que la crisis vaya a tener consecuencias en otros países de América Latina, principalmente, explicó, ’’porque parece que los inversionistas ya entendieron que ése es un problema de Argentina, no del resto del continente’’.
En pasadas crisis, como las de México en 1994 y Brasil en 1998, los problemas económicos se extendieron a otros países debido a que los inversionistas retiraron sus capitales por el temor al ’’contagio’’ de las debacles.
’’Ahora parece que hay más claridad al respecto, que es una situación de Argentina’’, señaló.
Argentina, un modelo de Estados Unidos y del FMI durante los años ’90 para mostrar al mundo las bondades del libre mercado en los países emergentes, se convirtió en el primer ejemplo concreto de la posición de Washington: evitar el rescate de naciones que enfrentan problemas económicos.
Tanto el FMI como Estados Unidos sostienen que la solución a los problemas argentinos debe ser primeramente interna.
La actitud de Washington hacia Argentina ’’ha sido muy decepcionante’’, opinó para La Opinión el economista Miguel Díaz, director para Sudamérica del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS).
Argentina ’’ha sido muy buena amiga de Estados Unidos; merecía un mejor trato’’, añadió.
Según Díaz, la ayuda estadounidense no tendría por qué haber sido sólo en dinero.
’’Estados Unidos podría haber abierto sus mercados al país, facilitado relaciones económicas más estrechas, y habría sido una buena cosa si hubiera apoyado públicamente la dolarización en su momento’’, opinó.
Añadió que la administración de Bush ’’subestimó asimismo el poder que tenía (darle a Argentina) apoyo verbal’’.
El economista venezolano Giovanni Reyes, colaborador de
instituciones latinoamericanas multilaterales dijo a La Opinión que la actitud mantenida por el FMI, de no respaldar a Argentina es ’’atípica’’ y recomendó a los organismos multilaterales que asistan lo antes posible a ese país.
Reyes afirmó en Caracas que ’’sería recomendable que cuanto antes los organismos de financiación internacional asistieran a una economía tan debilitada como la Argentina’’, y consideró que ’’los efectos pueden ser devastadores en extensión y profundidad’’.
A su juicio, la ’’tragedia terrible de Argentina’’ se ha debido a cuatro causas: la duplicación de la deuda externa en una década; el aumento de la carga del gasto fiscal relacionado con el clientelismo político; el plan generalizado de privatizaciones que daba una falsa imagen de crecimiento económico; y la dolarización que frenó las exportaciones.
Reyes dijo que no espera que haya un plan de salvación internacional para la crisis financiera argentina, pero desestimó que haya un ’’contagio’’ generalizado en otros países de América Latina. Las reacciones a la crisis argentina no se hicieron esperar alrededor del mundo.