SYDNEY.- Los agotados bomberos australianos luchaban el viernes contra los fuegos forestales que amenazaban pueblos de las montañas y las playas mientras las autoridades vaticinaban un regreso de la ola de calor y el clima seco que agudizó la crisis de los incendios el día de Navidad.
"Las noticias siguen siendo malas sobre el tiempo", dijo a los reporteros el gobernador del estado de Nueva Gales de Sur, Bob Carr.
"Las condiciones actuales continuarán. El domingo serán malas e igual el lunes. Habrá una combinación peligrosa de temperaturas altas, vientos y poca humedad".
Unos 10.000 bomberos tratan de contener más de un centenar de incendios, muchos de ellos iniciados intencionalmente, en frentes que alcanzan 2.000 kilómetros en la costa este de Australia.
Los incendios, los peores desde una crisis de 16 días en 1994 en que murieron cuatro personas y 160 casas quedaron destruidas. Hasta el momento, no se han reportado muertes este año.
Dos inmensos siniestros presentaban el mayor peligro: uno de ellos en la Cordillera Azul, al oeste de Sydney, y otro en la costa sur de Nueva Gales del Sur.
Con las temperaturas más bajas y vientos menos intensos el viernes, los bomberos lograron mantener a raya a las llamas, pero el funcionario de bomberos John Winter dijo que las condiciones moderadas no ayudaban mucho tampoco.
"Las condiciones moderadas dificultarán la estrategia, porque los incendios son ahora muy erráticos", dijo Winter y predijo un día "aterrador" para los residentes de la Cordillera Azul cuando las llamas se acerquen a sus pequeños poblados.
Los vacacionistas en el pequeño poblado de Bandalong, en la costa sur, pasaron la noche del jueves en la playa mientras los bomberos luchaban contra un inmenso incendio de 37.000 hectáreas que el día anterior devoró otro poblado sólo unas pocas playas hacia el norte.
El viernes, Bendalong estaba cubierto con una oscura capa de humo y apenas se distinguía la playa. La única carretera hacia el pueblo permanecía cortada y los bomberos esperaban para ver hacia dónde se movería el incendio una vez que aumentaran los vientos.
Los casos de incendiarios han generado la indignación general. La policía tiene arrestados a 22 sospechosos, uno de ellos de sólo nueve años. Las personas convictas de iniciar incendios enfrentan un máximo de 14 años de cárcel en Nueva Gales del Sur.
Los incendios han dejado hasta ahora una estela de destrucción calculada en 36 millones de dólares.