LA PAZ.- Los dos candidatos con mayor votación popular en la apretada elección presidencial de Bolivia comenzaron el lunes consultas políticas para conformar coaliciones, en el comienzo de una batalla para ganar la jefatura del Estado en el Congreso.
El empresario y ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada reiteró su anticipada autoproclamación como ganador del comicio, el más estrechamente disputado en la historia electoral del país.
Mientras tanto, el populista militar retirado Manfred Reyes Villa reafirmó que los bolivianos se pronunciaron el domingo por el cambio, pero insistió en que aguardará el fin del cómputo oficial para proclamar su victoria.
Informes y datos de tres diferentes grupos de medios de comunicación se contradijeron en sus respectivas proyecciones, mientras la Corte Electoral mantenía estancado, al promediar el lunes, un primer cómputo sobre apenas 1,6 por ciento de los votos emitidos el domingo.
Los iniciales sondeos en boca de urna adjudicaron una ligera ventaja a Manfred Reyes Villa, un ex alcalde de 47 años, sobre el ex presidente Sánchez de Lozada, quien festejaba el lunes 72 años de edad.
Posteriores cómputos de las organizaciones atribuyeron una ubicación inversa, favorable al ex mandatario del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR).
La diferencia entre uno y otro llegaba a un máximo de dos puntos, oscilando entre 20 y 22 por ciento que les adjudicaban indistintamente los institutos, que sin embargo coincidían en que serán los candidatos que disputen la jefatura del Estado en una suerte de segunda ronda, en el parlamento bicameral.
Los 157 senadores y diputados del Congreso fueron también elegidos el domingo.
"Goni (apodo de Gonzalo) será el próximo presidente y entorno de él tiene que conformarse el nuevo gobierno", dijo el lunes el portavoz de Sánchez de Lozada, Mauricio Antezana. "Buscaremos conformar lo más rápidamente posible un gobierno que garantice estabilidad en el país", agregó en una entrevista con la red televisiva Unitel.
"El cambio ganó. Lo que está demostrado es que el 80 por ciento de los bolivianos vot por el cambio", dijo, en tanto, el portavoz de Reyes Villa, Víctor Ramírez. "Esperaremos por los resultados oficiales finales y sólo entonces nos referirnos a posibles alianzas políticas" para la votación parlamentaria, agregó el a la vez vocero de la centroderechista Nueva Fuerza Republicana (NFR).
El nuevo presidente a ser elegido por el parlamento deberá asumir el 6 de agosto para una gestión de cinco años.
La Corte Nacional Electoral dijo el lunes que su lento cómputo oficial podrá demorar unos 15 días para definir los resultados de la reñida elección.
"Pese a que la ley nos da un plazo de 25 días para concluirlo, el cómputo podrá estar listo en 15 días, aunque al finalizar esta semana tendremos un panorama bastante cercano a lo que será a su conclusión", dijo a Reuters el vocero oficial del organismo, Carlos Ossio.
El escrutinio de apenas un 1,6 por ciento de los votos válidos emitidos aún no reflejaba el lunes una tendencia real del cómputo, debido a que contenía datos regionales muy dispares, explicó el portavoz.
Los analistas políticos coincidieron el lunes en destacar dos hechos centrales de la votación del domingo: la inexorable caída de Reyes Villa en la recta final y el sorpresivo ascenso político del líder indígena de los productores de coca en el Chapare, centro del país, Evo Morales.
"Manfred cayó mucho más de lo esperado por sus propios errores, como las groseras mentiras en que incurrió en algunos debates, y porque los medios lo cuestionaron más que a su oponente Sánchez de Lozada", dijo a Reuters el politólogo y académico Jorge Lazarte.
El analista coincidió en que la gran sorpresa de la elección fue Morales, expulsado del Congreso en enero bajo acusaciones de promover la violencia en zonas cocaleras y ’’vetado’’ por los Estados Unidos. "Morales se convirtió en el líder de la oposición y en el principal obstáculo a la gobernabilidad del próximo presidente, cualquiera que sea’’, dijo.
Detrás de Morales, según los distintos cómputos y sondeos extraoficiales, fue ubicado el socialdemócrata y también ex presidente Jaime Paz Zamora, del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).
El factor indígena
Morales se convirtió en el personaje central de la elección con un sorprendente ascenso político, sin precedentes en la historia del país.
"Soy el ganador moral de la elección", declaró el líder cocalero, un ex minero, de 42 años.
El embajador de los Estados Unidos en La Paz, Manuel Rocha, había instado a los electores a "no votar" por Morales, a quien acusa de tener nexos con el narcotráfico, bajo amenaza de un retiro de toda ayuda a Bolivia, la nación más pobre de América del Sur.
El "veto" de Rocha fue repudiado con indignación, como intromisión en los asuntos bolivianos, por todos los partidos políticos y la Corte Electoral, pero Morales lo agradeció.
Dijo que lo beneficiaría con "un torrente de votos antiimperialistas" para su candidatura por el Movimiento al Socialismo (MAS).
Eufórico, el líder cocalero sostuvo el lunes que no negociará con ninguno de sus oponentes en la carrera presidencial para facilitar la victoria de cualquiera de ellos en el parlamento.
"Que no pierdan el tiempo. El MAS no negociará el voto honesto y digno que le dio el pueblo", afirmó.
Otro candidato indígena, el aymara Felipe Quispe, un ex guerrillero formado en ciencias políticas, podría confirmar el sexto lugar que le anticiparon los sondeos.
Quispe, conocido como "Mallku" (jefe supremo, en lengua aymara), será diputado junto a por lo menos otros dos dirigentes de su partido Movimiento Independiente Pachakuti (MIP).