WASHINGTON.- Las autoridades del estado de Texas ejecutaron hoy con una inyección letal al mexicano Angel Maturino Reséndiz, condenado por el asesinato de una doctora cometido hace casi ocho años, informaron fuentes del penal de Huntsville.
Maturino Reséndiz, de 46 años y apodado el "Asesino del ferrocarril", recibió una inyección letal una hora después de que el Tribunal Supremo de EE.UU. rechazara los recursos presentados a última hora en su favor.
"La ejecución ha tenido lugar", señaló a Efe una portavoz del Departamento de Justicia Criminal de Texas.
El condenado murió cinco minutos después de que se le aplicara una inyección letal, informaron fuentes judiciales.
En su declaración final, Maturino Reséndiz pidió perdón a los familiares de sus víctimas, dijo la portavoz.
Además del asesinato de la doctora Claudia Benton, de 39 años, a quien violó antes de matar a golpes, las autoridades atribuyeron a Maturino Reséndiz más de una decena de homicidios en varios estados del país entre 1998 y 1999.
La mayoría de esos crímenes fueron perpetrados en las proximidades de vías férreas y estaciones de trenes, lo que le valió el apodo del "Asesino del ferrocarril".
Esta fue la decimotercera ejecución este año en Texas, el estado que aplica con mayor rigor la pena de muerte en los Estados Unidos.
La aplicación del castigo se llevó a cabo pese a que los abogados del reo habían dicho que el condenado estaba loco y aseguraba que resucitaría tres días después de morir.
Además, no tenía conciencia de lo que le esperaba y era incapaz de establecer una relación entre los crímenes que había cometido y el castigo, según manifestaron psiquiatras presentados por la defensa durante el juicio.
"No ejecutamos a gente mentalmente desequilibrada; no ejecutamos a gente que no sabe que se le va a ejecutar", manifestó el abogado Jack Zimmermann.
Además, el Consulado General de México en Houston había presentado una apelación ante el Tribunal Supremo en la que también se ponía en tela de juicio el carácter constitucional de la inyección letal, por considerársele un castigo cruel y desusado.