FRANCIA.- Osos suecos con insomnio, el hielo demasiado fino para la pesca en Quebec, las grullas que se quedan atrás en Alemania y las típicas pruebas de esquí anuladas por falta de nieve son manifestaciones del fenómeno climático de "El Niño" y una señal del calentamiento planetario.
Las temperaturas excepcionales de los últimos días en gran parte del hemisferio norte, que dejan atrás un otoño también anormalmente suave, constituyen una buena prueba de la unión de estos dos fenómenos atmosféricos.
Después de un 2006 clasificado como el cuarto más caluroso en el hemisferio norte según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), los servicios meteorológicos británicos estimaron que ya hay "60% de probabilidades" de que el año 2007 bata nuevos récords en calor, con una media mundial de 14,54 grados centígrados.
"El Niño", instalado en el este del océano Pacífico desde finales de verano boreal, contribuirá a aumentar aún más las temperaturas, según Jean-Pierre Céron, director adjunto de climatología de Météo France.
Cada tres o siete años se produce El Niño, la última vez fue en 1998. Las aguas del centro y del este del Pacífico se recalientan de manera importante, modificando el ciclo de los cambios de calor y de humedad entre el océano y la atmósfera.
"Cuando una cuenca tan importante como el Pacífico oriental se recalienta, representa una parte nada desdeñable de la superficie terrestre, por lo que es normal que el clima del planeta se vea afectado", subraya Céron, justificando las suaves temperaturas de este invierno y del pasado otoño.
Este fenómeno es el que ha privado a Montreal de nieve durante la Navidad, algo que nadie recuerda, o el que retrasó en dos meses la hibernación de los osos de Suecia, mientras que los árboles que estallan de flores en marzo y abril florecieron en diciembre.
Pero no es sólo culpa de "El Niño", estiman los expertos. También hay que tener en cuenta el cambio climático. "En los últimos 30 años, las temperaturas de invierno aumentaron globalmente de una manera anormal en relación con el pasado, sin que se pueda explicar sólo por fenómenos solares o volcánicos", explica Jurg Luterbacher, climatólogo de la Universidad de Berna (Suiza).
Y todavía no ha terminado: los próximos tres meses hacen presagiar en toda Europa occidental y del norte un trimestre globalmente más cálido de lo normal. "En los próximos años, estas suaves temperaturas serán cada vez más frecuentes y dejarán de ser excepcionales, como lo pueden ser hoy", previene Michel Schneider, ingeniero de Météo France.