SANTIAGO.- Desde Julio Verne, pasando por científicos, cineastas y geólogos, hasta aventureros de diversas naciones, todos forman parte de decenas de generaciones que se han fascinado con la idea de alcanzar el centro de la Tierra.
Pero más allá del deseo o las meras especulaciones, son pocos los que han conseguido siquiera bajar un kilómetro desde la superficie hacia las profundidades de nuestro planeta.
Y menos aún los que lograron inscribir su nombre como miembros de la expedición que por primera vez superó la barrera de los dos mil metros de profundidad, hito alcanzado en la cueva más profunda del mundo: la Krubera-Voronya, situada en la República Autónoma de Abjasia, Georgia, cerca de las costas del Mar Negro.
Aunque su hazaña fue llevada a cabo en octubre de 2004, el sitio web de la National Geographic ha decidido revivir, a través de una simulación multimedia, el largo proceso que permitió al equipo de 56 personas llegar a 2.080 metros de profundidad el 19 de octubre.
En ésta se puede "recorrer" el diagrama de la caverna, ver imágenes de cada uno de los puntos del descenso y leer algunos comentarios (en inglés) de los miembros del equipo, así como obtener datos de la expedición.
Chile mira a la distancia
Pese a que el territorio nacional no es ajeno para el mundo de la espeleología - ciencia que estudia las cavidades subterráneas-, puesto que en 2006 la expedición Última Patagonia descendió por una caverna en la isla Madre de Dios, en Chile sólo hay que mirar las gigantescas cavernas a la distancia.
Esto porque en el territorio nacional no hay cuevas más profundas que ésta, la cual "apenas" alcanza los 376 metros. "Hasta ahora no se han encontrado más profundas", argumenta David Quiroz, geólogo del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), que participó en la expedición patrocinada por National Geographic.
Fuera de la isla Madre de Dios, explica Quiroz, en Chile hay pocas cuevas de gran profundidad. Tal vez el único paraje que podría asimilarse con el de la mencionada isla es el que se encuentra en el archipiélago Duque de York.
Y pese a que las profundidades no se comparan en nada las que se pueden encontrar en Europa o Estados Unidos, el geólogo chileno destaca que la isla Madre de Dios "es un relieve único, porque es el más austral, con un clima extremo, con más de ocho mil milímetros de lluvia al año".
Así, la Patagonia ofrece una nueva perspectiva para los espeleólogos, ya que en el territorio nacional se pueden apreciar cascadas heladas y adversas condiciones climáticas, que hacen que este tipo de exploración subterránea sea una de las más difíciles. "Parecen verdaderos glaciares de rocas", concluye Quiroz.
El proyecto "The Call of the Abyss" ("La llamada del Abismo"), dirigido por Alexander Klimchuk y patrocinado por National Geographic, congregó a un grupo de espeleólogos europeos de siete países que permanecieron, alternadamente, durante 16 días al interior de la caverna Krubera-Voronya.
Su intención era llegar hasta la sima de la cueva, ya que en una exploración realizada sólo dos meses antes se había alcanzado bajar hasta los 1.840 metros, pero por falta de materiales no pudieron continuar.
Provistos de más de cinco toneladas de material, los 56 profesionales lograron romper el récord de profundidad, y aunque pudieron seguir descendiendo, decidieron dejar equipos e instalaciones para un futuro nuevo proyecto.
Pero para lograr la meta no sólo debieron enlazar líneas telefónicas a la superficie, transportar kilos y kilos de material, sino que tuvieron que realizar cuatro campamentos en distintas profundidades, en los cuales cocinaban, dormían y diseñaban las posibles rutas.
Pero fuera de la marca propiamente tal, establecieron otro récord, la del buceo a mayor profundidad, que estableció Gennadiy Samokhin al sumergirse un sumidero cavernoso a 1,775 metros.
La cueva Krubera ha sido objeto de numerosas exploraciones posteriores. Una de ellas, organizada por el equipo internacional CAVEX, los que llegaron a una profundidad oficial de 2.140 metros en septiembre del año pasado.
El nombre de la cueva, que se ha convertido en un referente mundial, es en honor al geólogo Alexander A. Kruber, considerado padre de la espeleología en Rusia y a Voronya "del cuervo" por los pájaros que anidaban en el pozo de entrada.