PARÍS.- Ségolène Royal, que podría pasar a la Historia como la primera presidenta de Francia, desea encarnar en las elecciones de abril y mayo de 2007 una renovación serena, tenaz y audaz de la izquierda, pese a sondeos que desde hace dos meses la dan por inevitable perdedora en las urnas.
Para llegar a ser candidata socialista, Royal, de 53 años, tres veces ministra, diputada desde hace 20 años y presidenta regional, tuvo que ser más fuerte que los pesos pesados de su partido, que, en un país donde la política es "cosa de hombres", se negaban a admitir que esta mujer fuera su única baza para vencer a la derecha.
Delgada, bonita, elegante y sonriente, esta madre de familia es la nueva imagen del Partido Socialista francés, dividido y a la deriva desde su estrepitosa derrota en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2002.
"Asumo mi identidad de mujer y hago política de otra manera", aseguró recientemente.
Desde que fue elegida candidata en noviembre, "un verdadero gesto revolucionario", según ella, Royal ha recorrido Francia para escuchar las expectativas y frustraciones de los ciudadanos y convertirlos en los "verdaderos protagonistas" de su programa electoral.
Es la "democracia participativa" que impregna las 100 propuestas de su campaña, explicadas en una página en internet llamada "Deseos de futuro".
Pero "Ségolène", como es llamada por los franceses, ha sido criticada por su supuesto estilo "demagogo", la falta de ideas propias, su inexperiencia internacional y el abandono del proyecto socialista para inclinarse peligrosamente hacia la derecha.
Después de un inicio de campaña algo caótico, Royal, impermeable a las críticas, consiguió unir detrás de su candidatura a los grandes nombres del socialismo francés.
Según los últimos sondeos, la política, apodada "Zapatera" por sus amigos, en referencia al presidente del gobierno español, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, perdería por una diferencia mínima ante Sarkozy en una segunda vuelta de los comicios.
Fuera de las fronteras francesas, el fenómeno "Ségolène" despierta la simpatía y complicidad de otras mujeres en el poder o que luchan por conseguirlo. La presidenta de Chile, la socialista Michele Bachelet, la primera dama argentina, Cristina Kirchner, que podría reemplazar a su marido este año, o la vicepresidenta primera del gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega, se cuentan entre sus amigas o aliadas.
La líder socialista es compañera sentimental del primer secretario del partido, François Hollande, y madre de sus cuatro hijos, una situación que le ha valido numerosas críticas y burlas.
Celosa de su vida privada, Royal habla finalmente sobre su pareja y sus hijos en un libro que sale a la venta esta semana bajo el título "Ahora".
Royal nació en Dakar (Senegal), donde su padre estaba destinado como militar. Es la cuarta de ocho hermanos y recibió una educación católica muy estricta de la que posteriormente tomó distancias, aunque sigue teniendo un sentido muy tradicional de la familia y la moral.
Después de estudiar en la prestigiosa Escuela Nacional de Administración (ENA), se afilió al Partido Socialista en 1978 y participó en la campaña presidencial de François Mitterrand en 1981.
Entre 1982 y 1988, consiguió hacerse un lugar en el restringido círculo de colaboradores del fallecido presidente socialista y ocupó las carteras de Medio Ambiente, Educación y Familia.
El punto que marcó el inicio de su vertiginosa ascensión fue su inesperada elección en 2004 como presidenta de la región de Poitou-Charentes (oeste).