BUENOS AIRES.- Un taller textil clandestino donde vivían y trabajaban una veintena de ciudadanos bolivianos, en el mismo local donde funcionó un centro de detención y torturas de la última dictadura (1976-1983), fue clausurado por autoridades de Buenos Aires, informó este sábado la prensa argentina.
"Automotores Orletti" es recordado como el sitio donde fueron llevados desaparecidos de origen uruguayo, entre otras nacionalidades, en el marco del Plan Cóndor de coordinación represiva de las dictaduras del Cono Sur.
El edificio, en el barrio porteño de Flores, fue allanado y clausurado el viernes por inspectores de la Dirección General de Protección del Trabajo del gobierno porteño.
Según el diario Página/12, el taller estaba a cargo de una pareja de bolivianos, Roger y Graciela Quispe, que explotaba a sus conciudadanos.
El taller estaba ubicado en la misma planta y en la habitación que servía como sala de torturas en el centro de detención. Allí vivían unos 20 ciudadanos bolivianos, cinco de ellos menores, hijos de los empleados. Según los testimonios, los trabajadores cumplían jornadas de trabajo de 16 horas por un sueldo miserable y vivían en el lugar en condiciones insalubres.
El procedimiento fue encabezado por el subsecretario de Trabajo, Ariel Lieutier, quien explicó que habían recibido "una denuncia muy detallada sobre las actividades ilegales que se realizaban en ese lugar", por lo cual se decidió el operativo.
El lugar está compuesto por cinco habitaciones y una cocina y todas las puertas conservan todavía barrotes de hierro, como en una cárcel, aunque el responsable del taller negó que se mantuvieran cerradas.
En los ambientes más grandes se encontraron una decena de máquinas de coser y allí se confeccionaban pantalones, camisas, polleras y camperas en principio para la marca Modas Lim, propiedad de un ciudadano coreano, se informó.
Según las autoridades, en ese barrio hay "varios talleres de este tipo, que se han ido mudando después de la movilización que se produjo a partir de la tragedia", en alusión a un incendio que hace un año destruyó un taller clandestino, donde murieron dos adultos y cuatro niños, todos oriundos de Bolivia.