CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Benedicto XVI dijo hoy que el proceso de beatificación de Juan Pablo II "va rápido" y que el título que en estos momentos le reconoce la Iglesia, el de Siervo de Dios, "es particularmente apropiado para él, que ofreció un amor por Cristo sin reservas y a manos llenas".
El Pontífice pronunció estas palabras durante la misa en que se recordó a Juan Pablo II en el segundo aniversario de su muerte. La ceremonia fue celebrada en la plaza de San Pedro del Vaticano ante unas 30.000 personas, miles de ellas venidas de Polonia, el país natal de Papa Wojtyla, y de otras naciones, entre ellas España.
Pocas horas después de que se cerrara oficialmente la primera fase -diocesana- del proceso que llevará a Juan Pablo II a la gloria de los altares, Benedicto XVI recordó en la plaza vaticana esa fecha del 2 de abril de 2005, cuando su antecesor "volvió a la casa del Padre", tras susurrar las que fueron sus últimas palabras: "Dejadme ir hacia el Señor".
Esas palabras fueron desveladas por el actual cardenal arzobispo de Cracovia, Stanislaw Dziwisz, quien durante más de 40 años fue su fiel secretario y que hoy estuvo presente en la plaza de San Pedro y ofició una misa a primeras horas en las Grutas Vaticanas, donde se encuentra la tumba de Juan Pablo II.
Benedicto XVI dio gracias a Dios por "habernos dado a Juan Pablo II como Papa durante 27 años" y agradeció la presencia de Dziwisz, miles de polacos "y tantos jóvenes a los que Juan Pablo II amaba con pasión".
Del Papa Wojtyla, Benedicto XVI resaltó que ofreció su amor a Cristo "sin reservas y a manos llenas" y que ese amor era "tan intenso y fuerte que se expandió por todas las partes del mundo".
Del Pontificado del Papa polaco, el Papa alemán dijo que Juan Pablo II "se entregó de forma generosa, sin reservas" y que los últimos meses del papado, con el calvario de la agonía, mostró al mundo su amor por Cristo y su entrega hasta el final.
Ratzinger también resaltó la universalidad de Juan Pablo II y dijo que la "máxima expansión de la misma se vio en el momento de su muerte, que el mundo entero lo vivió con una participación jamás vista en la historia".
A la misa funeral, asistieron decenas de cardenales y obispos, el presidente de Polonia, Lech Kaczynski; las monjas que cuidaron a Juan Pablo II en su residencia del Palacio Apostólico, y la monja francesa Marie Simon Pierre, de 46 años, que sufría Parkinson, la misma enfermedad que padecía Juan Pablo II, y que dos meses después de la muerte de Wojtyla y tras encomendarse al Pontífice curó de manera inexplicable.
Banderas polacas y de otros países fueron ondeadas al final de la misa, a la vez que se escucharon vivas al Papa y referentes a la santidad de Juan Pablo II.