PISCO.- Con mejor logística y refuerzos en la seguridad, la Defensa Civil de Perú reparte hoy agua y comida a la desamparada población de Pisco, que después de tres días de afrontar dificultades se organiza para conseguir productos de primera necesidad.
En una región sin agua ni electricidad y con muchas carreteras inservibles a causa del sismo, la ayuda es el único alivio para los habitantes de esta urbe, a cuyo aeropuerto llega sin pausa el auxilio humanitario nacional e internacional.
Y es que a 72 horas de la catástrofe la gente comienza a desesperarse según se agotan las pocas reservas de alimentos que había y empieza a pedir más comida y una mejor distribución de la ayuda a las autoridades, que carecen de grandes medios para repartirla.
Además, el miedo de los pisqueños a los pillajes nocturnos ha obligado a las autoridades a reforzar la presencia militar y policial en la zona. Según prometió hoy en Pisco el presidente de Perú, Alan García, las fuerzas del Ejercito y la Policía aplicarán "mano dura" ante cualquier intento de saqueo.
García dijo no creer en que se estuvieran produciendo saqueos, pero no dudó en afirmar que "podría establecer un toque de queda" si fuera necesario, pese a que horas antes había descartado esta posibilidad.
En el aeropuerto de Pisco está acantonado un grupo de unos 500 soldados de Infantería de Marina de la base de Ancón, cercana a Lima, que llegaron por barco y por vía aérea pertrechados con material antidisturbios, dispuestos a ejercer labores policiales.
El coordinador de emergencias de Defensa Civil, James Atkins, explicó a EFE que fuerzas militares vigilarán cada albergue y campamento de damnificados permanentemente, mientras que la Policía realizará patrullas nocturnas a pie por el centro de la ciudad.
El Ejercito también vigila y colabora con las tareas de distribuir víveres y ayuda humanitaria, que aún continúan siendo un quebradero de cabeza para las autoridades.
"Ha habido varios problemas en la distribución porque en el área urbana las calles estaban bloqueadas por los derrumbes, y por otro lado las carreteras que se colapsaron en alguno puntos", dijo Atkins.
Aún así, en la plaza principal de Pisco, donde se concentran las tareas de salvamento, atención sanitaria y entrega de alimentos, aún se producen escenas de tensión a la hora del reparto provocadas por el hambre, la sed y la falta de información.
Entre los bomberos, que en esa misma plaza continúan las labores de búsqueda de víctimas entre las ruinas, se encuentran diez miembros españoles de Bomberos Sin Fronteras, que llegaron anoche a la devastada ciudad acompañados por perros especializados en la búsqueda de personas sepultadas.
Allí, el bombero valenciano Miguel Ángel Martín expresó su esperanza de encontrar supervivientes.
"Ha pasado tiempo, pero aún es posible encontrar gente con vida. Ahora estamos explorando zonas que hasta no se habían visto y ahí puede haber supervivientes", señaló Martín, mientras a su espalda podía observarse el improvisado depósito de cadáveres de la ciudad, situado en mitad de la plaza.
De momento no han aparecido graves problemas sanitarios entre la población, pese al tiempo transcurrido desde el terremoto y la cantidad de personas que se cree que siguen sepultadas.
El ministro peruano de Salud, Carlos Vallejos, indicó a Efe que en la zona más afectada por el sismo, que comprende las ciudades de Ica, Chincha y Cañate, además de Pisco, se encuentran trabajando más de 1.500 médicos y personal sanitario.
A este grupo se unirán hoy 30 españoles, que han llegado a Perú precediendo las cien toneladas de ayuda enviadas por la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), que arribarán en las próximas horas.
De momento "no hay mayores problemas de salud" que los derivados directamente del terremoto, agregó el ministro, cuyo equipo trata de "adelantarse y evitar que aparezcan problemas mayores", como el cólera y otras enfermedades infecciosas.
Vallejos también adelantó que se está preparando un plan de contingencia para atender los daños sicológicos derivados por el sismo.
Así, la semana próxima llegará a la zona un grupo de expertos para atender a los damnificados y trazar pautas de trabajo, mientras que en dos semanas se prevé que funcione un equipo de contención completo en Pisco y sus alrededores.
La situación humanitaria en Pisco mejorará en cuanto se reanuden los servicios de agua y electricidad, lo que podría producirse en menos de 48 horas, según calculó hoy el ministro peruano de Vivienda, Hernán Garrido Lecca.