Arriba, una ilustración de cómo habría sido el Nigersaurus taqueti. Abajo, la mandíbula del dinosaurio que fue estudiada por los paleontólogos.
REUTERSWASHINGTON.- La National Geographic Society presentó hoy en Washington a un dinosaurio extremadamente raro, que vivió hace 110 millones de años y tenía 500 dientes afilados.
Nigersaurus taqueti, un herbívoro del tamaño aproximado de un elefante, poseía huesos craneales muy livianos, casi transparentes, y una boca ancha y angulosa.
Paleontólogos encabezados por Paul Sereno de la Universidad de Chicago hallaron restos de este dinosaurio en el Sahara y describieron su anatomía en un artículo publicado en la revista "PLoS One", en su versión online.
Los fósiles y un esqueleto reconstruido pueden ser observados en el Museo National Geographic de Washington.
Pese a su cuello largo, este dinosaurio de nueve metros de largo no comía como una jirafa. Apenas podía levantar su cabeza por encima del nivel de la espalda y por lo tanto se desplazaba más bien como una vaca entre la vegetación del período Cretáceo. Con su ancha boca llena de dientes consumía ante todo helechos y equisetos.
A diferencia de otros herbívoros, el Nigersaurus tenía hasta 10 filas de más de 50 dientes cada una, dispuestos de manera muy estrecha en el borde delantero de la mandíbula, formando una "tijera" de unos 30 centímetros de largo.
Al analizar con rayos X los huesos de la mandíbula, los paleontólogos hallaron detrás de cada uno de los dientes incisivos de cinco milímetros de ancho, hasta nueve dientes de reemplazo.
Cuando un diente estaba desgastado, era reemplazado de inmediato por otro. En total, el dinosaurio tenía más de 500 dientes. Esto le garantiza al Nigersaurus entre los dinosaurios un lugar en el libro Guinness de los récords en cuanto a la cantidad de dientes de reemplazo, dijo Sereno.
La mandíbula y el cráneo no son las únicas características inusuales del Nigersaurus. El dinosaurio posee una columna vertebral formada más por aire que por huesos, indicaron los expertos.
"Las vértebras son tan finas, que es difícil imaginarse cómo se las arreglaban con las cargas de la actividad diaria", dijo el coautor del estudio, Jeffrey Wilson.