EMOLTV

Los supervivientes de las masacres de Kenia cuentan su martirio

La ola de violencia étnico-política que ensangrentó al país africano durante una semana dejó más de 360 muertos. La tensión sigue presente aunque la calma parece retornar poco a poco.

06 de Enero de 2008 | 05:12 | AFP
ELDORET.- Extremidades destrozadas, rostros desfigurados por el fuego, huellas de machete en el cráneo: los supervivientes de la sanguinaria ola de violencia que se produjo en Kenia tras las elecciones del 27 de diciembre comienzan a contar la terrible pesadilla vivida.

"Cuando el fuego entró en la iglesia, intenté huir. Llevaba en la espalda a mi hija de dos años. La tela que la envolvía comenzó a arder y murió", solloza Mary, con el rostro y las manos agrietadas por las llamas y los hombros y las piernas en carne viva.

En total, unas 30 personas de la etnia kikuyu, a la que pertenece el presidente keniano Mwai Kibaki, reelegido oficialmente en estos comicios, fueron quemadas vivas el 1 de enero en esta iglesia de Eldoret, al oeste de Kenia, bastión de la oposición.

Otras varias decenas resultaron heridas y se hacinan hasta hoy en el hospital público de la localidad.

"Los kalenjin provocaron el incendio. Reconocimos a varios vecinos", aseguran algunos supervivientes.

Durante las presidenciales, esta etnia kalenjin apoyó sin reservas a Raila Odinga, líder de la oposición y perteneciente a la comunidad luo, mayoritaria en el oeste del país.

El odio entre los kikuyus, kalenjin, luia y luo no es algo novedoso y los problemas se remontan a hace décadas y están provocados sobre todo por cuestiones territoriales. Los kalenjin, los luia y los luo acusan a Kibaki de haberlos echado de todos los puestos de responsabilidad a su llegada al poder en 2002.

Hoy en día, en el hospital Eldoret, las diferentes etnias están obligadas a cohabitar.
Debido a la falta de sitio, Elias, un luia que votó por Odinga, comparte la cama con John, un kikuyu que apostó por Kibaki.

"No todos los luias luchan contra los kikuyus. Yo los considero mis hermanos", afirma Elias, herido de bala por la policía cuando, según él, conversaba con amigos.

A su lado, John tiene el cráneo fracturado e intenta hacer memoria, pero no se acuerda de lo que le pasó y tiene problemas incluso para saber quién es. "Sé que soy estudiante pero no sé de qué", afirma.

Su hermano gemelo, Steven, es el encargado de refrescarle la memoria. "Estábamos intentando ayudar a nuestra madre, atrapada en la iglesia. Ella usa una silla de ruedas. Mi hermano recibió varios golpes de machete. Yo salí milagrosamente ileso pese a que se disparaban flechas en todas las direcciones", cuenta este hombre de 22 años, cuyo padre falleció hace años.

"Ahora, doy de comer a mi hermano y sigo buscando a mi madre", agrega.

Las historias que se multiplican en este hospital son a cada cual más abominable. "Los luos querían cortarme la cabeza con un machete pero la protegí con las manos y me cortaron dos dedos. También tengo una herida profunda en el hombro, como si hubieran querido partirlo de cuajo", cuenta un taxista kikuyu.

"Entonces intenté huir y me golpearon con piedras y me rompieron el otro hombro y una pierna, usando tablas para quebrarla", explica.

La ola de violencia étnico-política que ensangrentó Kenia durante una semana dejó más de 360 muertos. La tensión sigue presente aunque la calma parece retornar poco a poco.
Aunque los kikuyus parecen ser las principales víctimas de los enfrentamientos en la región de Eldoret, algunas víctimas también les acusan de haber perpetrado ataques.

Joyce, una kalenjin de 28 años, volvía a casa con amigos cuando varios hombres les ordenaron que bajaran del automóvil. "Al intentar huir, nos topamos con cinco kikuyus. Me dispararon y me dijeron: '¿Y ahora, puedes irte con tus amigos?’ Lo intenté pero me desmayé. Tenía una bala en el estómago".
EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?