JERUSALÉN.- Arqueólogos israelíes han descubierto una cueva gigantesca que data de la época del Segundo Templo (S.I) que primero sirvió como cantera y en siglos posteriores, durante el período bizantino, como lugar de peregrinaje para cristianos.
La cueva, de 80 metros de longitud y 50 de anchura, se halla diez metros por debajo de la superficie, y los arqueólogos creen que puedo haber sido utilizada tanto como lugar de rezo como de refugio.
"Estamos al principio de la investigación", afirma su descubridor, Adam Zartal, del Instituto de Arqueología de la Universidad de Haifa (norte) en declaraciones a la edición por Internet del diario Yediot Aharonot.
Y aunque subraya que "es pronto para decidir para qué construcciones o en qué ciudades se emplearon las piedras", no es de descartar que hayan sido trasladadas hasta grandes construcciones de carácter religioso a decenas de kilómetros.
"Por el tamaño de las piedras -algunas de las cuales aún pueden verse en el interior- se trataba de proyectos grandes en ciudades desde Beisán hasta Jericó, pasando por (la fortaleza de) Masadá y Jerusalén", añade.
Responder a la pregunta de a dónde llegaron las piedras de esta cantera milenaria será el principal objetivo de un estudio arqueológico-geológico por realizarse, pero mientras tanto Zartal adelanta que se han hallado también 15 salas de distintos tamaños de una altura de 2 a 3 metros .
El techo de la cueva se apoya sobre veinte columnas gigantescas de dos metros de ancho por otros dos de largo, en las que hay grabados decenas de símbolos de distintas épocas.
Muchos de ellos son cruces de la época bizantina, pero hay también águilas de las legiones romanas y un zodíaco, dice el arqueólogo, que descubrió el lugar a finales de marzo cuando exploraba la zona en un proyecto arqueológico a escala regional.
Con el techo derrumbado en gran parte de la cueva, Zartal cree que pasará mucho tiempo hasta dejar al descubierto el suelo original y completar el mapa de la misteriosa cueva, que se encuentra cerca de dónde se sospecha que las doce tribus de Israel pudieron cruzar el río Jordán hace más de 3.000 años, según el relato bíblico.