BAGDAD.- Ataques explosivos en zonas chiíes de Bagdad y el norte de Irak causaron la muerte de más de 30 personas durante este miércoles, tras semanas de creciente violencia por parte de insurgentes musulmanes suníes decididos a expandir la confrontación sectaria.
Las tensiones entre la minoría musulmana suní y la mayoría chií -que ahora gobierna el país- se han ido incrementando hasta llegar a su máximo desde que las tropas estadounidenses salieron del país en diciembre de 2011, y el conflicto en la vecina Siria ha añadido presión sobre el delicado equilibrio iraquí.
Una serie de autos bomba explotaron en vecindarios de la capital de Irak, incluido uno que estalló en la puerta de una cafetería, causando la muerte de al menos 18 personas.
Previamente, 10 personas fallecieron en la explosión de dos vehículos con explosivos cerca de edificios gubernamentales en Kirkuk.
"Había dos cadáveres en el suelo a las puertas del edificio, gente gritando y confusión por todas partes", dijo Rawaa Rahman, empleado gubernamental que resultó herido.
Un suicida en motocicleta se inmoló cerca de una patrulla policial en el norte de Bagdad, matando al menos a dos policías, añadió la fuerza de seguridad.
En tanto, la explosión de una bomba junto a una carretera mató a un efectivo e hirió a otros dos en una localidad cerca de Mosul, 390 kilómetros al norte de Bagdad.
La coalición de Gobierno de Irak, conformada por bloques chiíes, suníes y kurdos, está enfrentada por desacuerdos sobre cómo compartir el poder. Pero el conflicto en Siria, donde los rebeldes fundamentalmente suníes están tratando de derrocar al presidente Bashar al-Assad, también ejercen presión sobre Irak.