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Papa Francisco privilegiaría visitar favela y no el Pan de Azúcar en su programa en Brasil

El itinerario de las actividades papales para su visita a Brasil está definido desde abril pasado, pero no está totalmente descartada la hipótesis de que sea modificado, ante el temor de las autoridades brasileñas por las manifestaciones.

20 de Julio de 2013 | 08:14 | DPA
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El Mercurio (Archivo)

RÍO DE JANEIRO.- En su primera visita a Brasil, para comandar la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa Francisco ha preferido eludir los programas turísticos y dedicarse a conocer de cerca la realidad más dura de Río de Janeiro.


En lugar de ver la ciudad desde lo alto desde el cerro Corcovado o del Pan de Azúcar, ha optado por visitar una favela, un hospital y reunirse con jóvenes delincuentes.


El Pontífice, que llegará a Río el lunes 22 de julio, en la víspera de la inauguración de la Jornada, cumplirá con una rápida visita de Estado, durante la cual se reunirá con la presidenta Dilma Rousseff y con el alcalde y el gobernador de Río -Eduardo Paes y Sergio Cabral, respectivamente- en el palacio Guanabara, la sede de la gobernación.


El martes, descansará en la antigua residencia episcopal de la localidad de Sumaré, ubicada en el seno de la Foresta de Tijuca -el mayor bosque en área urbana del planeta-, donde ya se hospedó el papa Juan Pablo II.


La casa, construida en la década de 1940, tiene amplias salas y escaleras de mármol, además de un jardín y de una capilla, donde Francisco rezará las misas diarias.
El miércoles 24 de julio, el Papa abandonará brevemente Río de Janeiro para visitar la ciudad santuario de Aparecida do Norte, donde estuvo por última vez en 2007, cuando participó en la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano.


Allí, celebrará una misa en la Basílica de Aparecida, consagrada por Juan Pablo II, antes de regresar a Río para inaugurar un centro de atención a adictos a las drogas en un hospital mantenido con donaciones de instituciones privadas.


El jueves 25, el pontífice visitará la sede de la Municipalidad, donde dará su bendición a la bandera olímpica -símbolo de los Juegos de Río 2016-, antes de trasladarse a la favela Varginha, una de las comunidades antes controladas por narcotraficantes y que fueron ocupadas en el marco del programa de Unidades de Policía Pacificadora (UPP) que puso en marcha el gobernador Cabral en 2007.


En Varginha -que forma parte del complejo de favelas de Manguinhos-, Francisco rezará en una iglesia local y pronunciará un discurso a los fieles en una cancha de fútbol.


Después de almorzar con obispos de la Archidiócesis de Río, el Pontífice sostendrá su primer encuentro con los participantes de la Jornada Mundial de la Juventud, que le brindarán una fiesta de acogida sobre la famosa playa de Copacabana y recibirán la bendición papal.


La jornada del viernes 26 se iniciará con una visita al parque Quinta da Boa Vista, donde el papa escuchará las confesiones de cinco jóvenes de igual número de continentes, antes de reunirse con adolescentes delincuentes en el Palacio Episcopal. Además, almorzará con un grupo de jóvenes participantes de la Jornada y, por la noche, volverá a Copacabana para seguir una representación de la Vía Crúcis preparada por los fieles.


El sábado 27, Francisco celebrará una misa en la Catedral Metropolitana y luego se trasladará al Theatro Municipal, también en la zona céntrica de Río, para sostener un encuentro con empresarios, políticos y miembros de la sociedad civil.


Por la noche, el papa irá a la localidad de Guaratiba, donde los jóvenes que participan en la JMJ iniciarán una vigilia de oración que se prolongará hasta el domingo. Allí, contestará a preguntas de cinco jóvenes y hará un discurso.


El único contacto de Francisco con el cerro Corcovado y con su famoso monumento, el Cristo Redentor, tendrá lugar el domingo, cuando el papa sobrevolará la famosa estatua a bordo del helicóptero que lo llevará de regreso a Guaratiba, para celebrar la Misa del Envío, que cierra el programa oficial de la JMJ.


En esa celebración se espera la presencia de la presidenta Dilma Rousseff y, posiblemente, de mandatarios de otros países que han sido invitados por el gobierno brasileño en la semana pasada, para celebrar la presencia en Sudamérica del primer pontífice nacido en un país de la región.