SAO PAULO.- El gobierno regional de Río Grande do Norte declaró hoy el estado de calamidad en su sistema carcelario y pidió refuerzos policiales por el recrudecimiento de los motines que comenzaron el miércoles en las prisiones de ese estado del nordeste de Brasil, informaron fuentes oficiales.
La Secretaría de Seguridad Pública y Defensa Social de Río Grande do Norte informó de que, amparado por el estado de calamidad en el sistema carcelario, solicitó el envío a las prisiones de ese estado de agentes de la Fuerza Nacional de Seguridad, un cuerpo de elite de la Policía vinculado al Ministerio de Justicia.
El organismo señaló en su perfil de la red social Twitter que cerca de 300 agentes de la Fuerza Nacional de Seguridad ya operan en Río Grande do Norte y que su primera misión fue escoltar el traslado de 89 presos.
Como una medida para aislar a varios líderes de los motines, esos reclusos fueron trasladados del Centro de Detención Provisional de Potengí, en Natal, la capital regional, a la cárcel del municipio de Parelhas, a 250 kilómetros.
En la madrugada de este martes también se registró una nueva rebelión en la prisión conocida como "Pereirão", en el municipio de Caicó y que alberga 600 detenidos, casi el doble de los 367 de su capacidad.
En menos de una semana son ocho cárceles en las que se han registrado motines en Río Grande do Norte, seis de ellos en centros de detención de la capital Natal y las otras dos en los municipios de Parnamirim y Nisia Floresta.
Parte de las instalaciones carcelarias fueron destruidas y cuatro autobuses y una patrulla de la Policía Militarizada fueron incendiados en los últimos días en Natal.
Según autoridades locales, varios barrios en la región metropolitana de Natal amanecieron este martes sin transporte público por el temor de los transportadores a nuevos ataques como represalia de las medidas adoptadas para controlar las rebeliones.
Según datos oficiales, la población reclusa de Brasil supera los 550.000 internos, lo que supone un 30 % más de lo que las cárceles del país pueden albergar, y el hacinamiento ha generado situaciones graves como la de la cárcel de Pedrinhas, en el estado de Maranhao, cuyo caso ha sido denunciado ante organismos internacionales.
La cárcel de Pedrinhas es el más vivo ejemplo de los males crónicos que afectan al sistema penitenciario brasileño, en el que son recurrentes el hacinamiento, la insalubridad, los motines, los intentos de fuga, la violencia por parte de los presos y, en algunos casos, torturas supuestamente cometidas por agentes de seguridad.
Desde 2013 se han registrado cerca de ochenta homicidios en el complejo de Pedrinhas, los dos últimos la semana pasada, según recuentos oficiales.