NUEVA DELHI.- Michael Mackey, que pasó la noche en un abarrotado autobús junto a su familia en el aeropuerto, es uno de los miles de turistas que estaban de vacaciones en Nepal y que ahora están desesperados por abandonar el país, arrasado por un terremoto.
El neozelandés, su mujer y sus tres hijos estaban el sábado en un café de la capital, Katmandú, cuando se produjo el sismo de magnitud 7,8 que ya ha dejado más de 3.200 fallecidos.
"Los edificios de alrededor quedaron muy dañados. Después de eso no nos detuvimos y caminamos hasta el aeropuerto", dijo Mackey. "Todavía estamos tratando de conseguir a través de nuestro agente de viajes cualquier vuelo y dejar Nepal", explica.
Con sus impresionantes montañas y su rica historia cultural, Nepal es un destino muy atractivo para los turistas extranjeros que llegan cada año, casi 800.000 en 2013.
Muchos de ellos llegan con la intención de escalar el Everest y otros picos vecinos. Otros vienen para practicar deportes de aventura en la ciudad de Pokhara, el punto de partida de las populares rutas de senderismo en la cordillera del Annapurna.
Todavía se desconoce cuántos extranjeros están entre los fallecidos, incluidos los que perdieron la vida en el Everest, donde al menos 18 personas murieron en los aludes que provocó el sismo.
La vecina India evacuó a cerca de 1.000 nacionales en aviones militares desde el sábado pero su secretario de Relaciones Exteriores, S. Jaishankar, dijo que era complicado afirmar cuántos quedaban en Nepal.
China, que perdió a cuatro de sus nacionales en Nepal, dijo que había evacuado a más de 1.000 ciudadanos chinos y que las aerolíneas estaban intentando sacar del país a 4.000 turistas.
La Cruz Roja puso en marcha una web para ayudar a las familias a intentar encontrar o ponerse en contacto con sus allegados.
Tragedia en el Everest
Al menos dos estadounidenses murieron en el alud, un médico que trabajaba para una compañía de rutas de alpinismo y un ejecutivo de Google, informaron sus empresas. En abril de 2014 otro alud en el Everest mató a 16 sherpas.
Por su parte el ministro de Relaciones Exteriores japonés informó que al menos un japonés "de unos 50 años" había muerto en el alud.
Mientras que las réplicas del terremoto siguen golpeando al país, un turista checo, Martin Hulla, pasó la noche acampado en los jardines del palacio real de Katmandú en lugar de arriesgarse a alojarse en alguno de los edificios dañados por el sismo. "Hacía mucho frío. Conseguimos un vuelo para irnos de Katmandú, a Tailandia", dijo.
Otros turistas, en cambio, prefirieron quedarse y ayudar antes que escapar del país tan pronto como fuera posible.
"Cuando vi en las noticias locales que los hospitales necesitaban voluntarios, decidí venir aquí y tratar de ayudar", dijo la turista portuguesa Heli Camarinha.
"Tengo un certificado en primeros auxilios y experiencia en trabajo social en mi país. He estado haciendo todo lo que he podido, desde limpiar las habitaciones de los pacientes hasta transportarlos con las camillas", agregó.